Venganza surcoreana de la mano del gran Kim Jee-woon (The Quiet Family y A Bittersweet Life).
Encontré al diablo nos narra como un asesino en serie se ve envuelto en problemas, al asesinar a la novia de un agente secreto que no dudará en buscarlo para hacerle sufrir.
Con actores de la altura de Lee Byung-hun (A Bittersweet Life) y Choi Min-sik (Old Boy), la película nos hace jugar al gato y al ratón, pero de una manera un tanto distinta, pues el rol de cada uno varía en cuanto avanza la trama.
Desde el primer momento ya sabes por donde va la cosa, y aun así sorprende. Una noche tranquila, una pequeña avería en el coche a causa del temporal y un simpático señor que se ofrece para poder ayudar a la joven en apuros. Todo muy tranquilo, hasta que el señor saca un martillo para reventar el coche y llevarse a la chica. A partir de ese momento se desata el juego, lleno de perversión, dolor y muy poca compasión por ambas partes.
Estéticamente la película está muy impregnada del etalonaje típico del cine surcoreano de terror, imágenes frías acompañadas de un tono verdoso. Y crea un juego de luces bastante vistoso, con mezcla de luces frías con cálidas. En una escena en concreto (cuando va a matar a la chica que secuestra al principio) se mezclan en el encuadre luz azul y luz naranja, expresando el mal representado por Kyung-Chul y la inocencia de la chica.
En cuanto a violencia, la verdad es que la película es digna de ver por ese motivo. Llega un momento que se crea un tira y afloja de una crueldad inmensa, plagada de golpes, cortes y muy mal gusto en algunos momentos. Aun así la película peca mucho del sugerir, y aunque se podría justificar todo lo que se les hubiera ocurrido meter, prefieren en muchas ocasiones omitirlo. Está claro que no es Ichi the Killer y no es violencia gratuita, pero siendo un thriller tan completo, más gore habría aderezado mucho más.
Lo mejor: Que aun siendo más de dos horas se pasan volando. La narración es fluida y visualmente muy explosiva.
Lo peor: Que podría dar muchísimo mas de sí. Porque aun que las actuaciones son espectaculares, están a un nivel de locura tan alto que la violencia llega un momento que se queda muy por debajo.