Protagonizada por Mark Strong como John Washington y Taissa Farminga como Anna; y con secundarios muy potentes en sus papeles como Brian Cox y Alberto Ammann, el film estrenado el 24 de enero trata de un experto en introducirse en la mente de otras personas como herramienta en sus investigaciones que acepta un caso aparentemente sencillo tras un suceso personal que le deja fuera de combate un tiempo: Tratar a una adolescente rebelde y extremadamente inteligente, que podría ser una joven traumatizada o una brillante sociópata.
Este thriller psicológico es el debut de Jorge Dorado como director de un largometraje (si sois aficionados al mundo del corto ya os sonará de trabajos como La guerra, Distancias o El otro), que le ha valido para una nominación a los Goya como Director Novel.
Con un guión de Guy Holmes y productores como Jaume Collet-Serra (La Huérfana); Dorado, su director de fotografía y su encargado de la banda sonora de la película (Oscar Faura y Lucas Vidal respectivamente) son los que a mi parecer merecen el mayor aplauso del público.
Desde el primer momento la forma en que está rodado cada plano, la puesta en escena tan sobresaliente y el modo en que las notas acompañan a las imágenes, te dejan enganchado y sin que puedas despegar los ojos de lo que ocurre en pantalla.
Strong interpreta de forma creíble y brillante a un hombre fuerte pero abatido por el sentimiento de culpa tras la pérdida de su esposa, que va degradándose poco a poco en su búsqueda de la verdad. Taissa, por el contrario, nos ofrece su acostumbrado papel de joven sin expresión y al que durante todo el film notamos que le falta algo, una chispa; que recuerda a sus personajes en el trabajo por la que más se la reconoce, la primera y tercera temporada de American Horror Story: Esto me hace pensar que simplemente esa es su forma de actuar, y no un fallo de guión.
El personaje de Strong, John, tiene un trabajo que consiste en documentar recuerdos de sus clientes siendo testigo en primera mano de los mismos gracias a su especial habilidad para introducirse en las mentes humanas. Este habilidad, sin embargo, tiene una pega de la que quizás el propio protagonista ni siquiera se ha dado cuenta antes: Cuando una puerta se abre, puede ser atravesada en ambos sentidos; y esto puede llevarle al límite de su propia mente.
Su jefe, tras su recuperación de un ictus durante una sesión particular en la que John ve a sus propios recuerdos interferir en su trabajo, le ofrece un trabajo que parece bastante sencillo: Anna, hija de una familia rica y antigua paciente, se ha autoimpuesto una huelga de hambre ante el encierro que le han impuesto sus padres tras un intento de quitarse la vida. Con su primera visita comienza un peligroso juego del gato y el ratón entre ambos, y el mismo guión te deja pistas y decenas de posibilidades abiertas, llegando a hacer que el espectador realmente se plantee si es una simple muchacha profundamente traumatizada y encerrada injustamente o una inteligentísima sociópata sin temor a nada.
Desde luego no es una película perfecta, y si peca de algo es de no haber podido sacar todo el jugo que se podía a la interesantísima historia de la habilidad de nuestro protagonista y de cierta previsibilidad hacia la mitad del film, pero sin embargo resulta casi impecable desde el aspecto técnico, lo cual hace que augure un buen futuro para Dorado si sigue en esta línea de dirección.
LO MEJOR: La fotografía y estética, sin duda alguna. Mucho primer plano y plano detalle que te introduce la expresividad de las interpretaciones y el mismo agobio que sienten los personajes ante su situación.
LO PEOR: Cierta previsibilidad en el guión y la actuación insulsa de Farmiga.
Crítica redactada por Paula Bañuls