Mel Gibson nos cuenta en Hasta el último hombre una historia que vale la pena contar, sobre todo en la forma en la Gibson y sus colaboradores cuentan esta historia, especialmente los guionistas Andrew Knight y Robert Schenkkan.
«Con un mundo tan decidido a destruirse, no me parece tan horrible que alguien quiera contribuir a reconstruirlo»
(Desmond Doss)
Hasta el último hombre nos transmite la heroica historia del patriota Desmond Doss (Andrew Garfield) que se mueve entre una historia inspiradora y algo cursi, esta historia al igual que como muchas otras, como la reciente Sully en este lado del Óceano pasan desapercibidas, héroes americanos, salvo que estés interesado en la historia como es en este caso. Puede que incluso en algunos momentos la película puede aparentar ser espantosamente sangrienta en los momentos de combate y acción, pero excesivamente sentimental (cursi) en las escenas de relación entre Garfield y Palmer. Es como si vieras dos películas a la vez; una de acción e intriga y otra de amor en Hasta el último hombre, y puede que en algún momento una parte nade en contra de la otra. Pero ahí es donde el director Mel Gibson encuentra el equilibrio entre ambas, y verdaderamente sabe como compensarlas a pesar de contar con escenas repletas de belicismo y situaciones intensas de combate, el resultado final de Hasta el último hombre es que supera los tramos más difíciles de melodrama en pantalla con nota.
La historia de Doss ha sido llevada hasta la gran pantalla, esta historia de contradicción convincente, en la que un recluta esta dispuesto a alistarse en el ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y cuyas creencias personales le impide coger un arma, cualquier arma que le sirva para defenderse y quitar la vida a alguien. Un objetor de conciencia, Doss tuvo que luchar contra sus superiores sólo por el derecho a entrar en combate junto a sus compañeros como soldado médico. Donde desembarcará en una batalla infernal en una colina con vistas a Okinawa, arriesgando su vida y la de sus compañeros, y se mantuvo fiel a sus principios anti-armas, superando cualquier imposibilidad y rescatando a 75 de sus compañeros heridos tras las líneas enemigas después de un horrible enfrentamiento. Las acciones de Doss le valieron la Medalla de Honor (la mayor distinción a un soldado en los Estados Unidos), y una película en su honor.
¿Cómo puede ser esta una historia de guerra pacifista? Muchos pensarán si Mel Gibson, es el protagonista de algunas de las cintas con violencia, tiros, explosiones y demás, como la franquicia de Arma Letal, junto a la trilogía de Mad Max, además de que recientemente lo hemos podido ver en Blood Father, pues como actor puede que siga en ese rol o espectro visible, pero como director se podría decir que sigue fiel a sus convicciones. Como nos ha demostrado desde Braveheart, Cuando eramos soldados o hasta La Pasión de Cristo, historias muy diferentes pero repletas de humanidad. Encontrando en la historia de Doss, Gibson un punto de vista a a través de los ojos de un hombre que se opone a la guerra, sin dejar de sentirse obligado a honrar a su país y a sus compañeros de armas. Y es esa contradicción lo que le da Hasta el último hombre sus áreas grises y cambiantes, donde Andrew Garfield juega con la obstinación que aporta a cada papel. «Por favor, Señor, ayúdame a conseguir uno más«, es lo que murmura Doss mientras se arrastra por el campo de batalla, evitando al enemigo y buscando compañeros heridos para arrastrarlos hasta el campamento donde los puedan tratar. Y podría decirse que la religión y la fe están muy presentes en esa convicción o el espíritu de Doss, decidido con una actitud firme, representada por Andrew Garfield.
La ironía de Hasta el último hombre, sin embargo, es que si esperas a ver una de las mayores hazañas heroicas de un pacifista tendrán que soportar algunas de las escenas de batalla más gráficas que se han visto en el cine últimamente. Y aquí es donde Mel Gibson desde La Pasión de Cristo y Braveheart no ha cambiado nada, nos mostrará en la pantalla algunos de los momentos más sangrientos y brutales vistos en un combate, de forma cruda y real, fue una de las mayores batallas y más sangrientas de la historia, no esperábamos menos. Como he mencionado Hasta el último hombre puede ser muy real, tanto es que la mayoría de los efectos especiales son reales, no son generados por ordenador y eso se nota, sin duda una gran labor del equipo visual y de efectos especiales de la película, añadiendo un punto añadido a esta película.
Pero el coraje de Doss en el campo de batalla brilla como un faro de esperanza, cuando descubren de lo que es capaz de hacer, sus camaradas se ganará su respeto y el de toda su unidad a pesar de las bajas sufridas en el combate. Como dije nada más empezar esta crítica, Hasta el último hombre cuenta una historia que vale la pena contar.
La estructura argumental esta claramente diferenciada con una presentación de situación y de personajes; con un primer largo trayecto de cinta en el que se centra en la vida en la casa de Doss, con un Hugo Weaving superándose con su papel como padre de Doss, seguido de su campamento de entrenamiento en la que Vince Vaughn hace de sargento instructor al estilo del Sargento de La Chaqueta Metálica, y su matrimonio piadoso con una superficial Teresa Palmer. Hasta llegar al momento donde Doss está decidido a luchar por sus convicciones e ideales a cualquier precio, golpeado crudamente por la guerra.