No deberían existir fronteras para el esfuerzo humano. Por muy dura que nos parezca la vida, mientras haya vida, hay esperanza.
La Teoría del Todo hace justicia a la vida de un hombre asombroso como es Stephen Hawking. Así es esta película. Narra la relación entre Stephen Hawking (Eddie Redmayne) y su primera mujer, Jane Wilde (Felicity Jones), en la época en la que a Stephen le diagnosticaron la enfermedad degenerativa de la motoneurona, y cómo ambos se enfrentaron a ella sin dejar de luchar y de vivir.
Stephen Hawking es uno de mis héroes desde hace años, le admiro muchísimo. Y no digo héroes estilo Spider-Man, o Capitán América, sino un héroe de la vida real. Es el mejor ejemplo de que con esperanza y fuerza de voluntad, puedes aferrarte a la vida y continuar pase lo que pase. Y detrás de todo eso, como suele pasar a veces, había una mujer: Jane Wilde, su primera esposa y quien le ayudó a sobrellevar la enfermedad de la motoneurona con lo mejor y más poderoso que podía ofrecerle: amor.
La Teoría del Todo refleja a la perfección lo difícil que fue la relación de Stephen y Jane. Ambos tenían que lidiar con demasiado, enfrentarse a cosas tremendas, y se apoyaron el uno en el otro constantemente superando las adversidades lo mejor posible. Si tiene puntos flacos la película, no me he dado cuenta, porque estaba tan metida en el escenario, el momento, los sucesos, las miradas y los personajes que todo lo demás era banal. Desde el primer instante te atrapa, te cautiva. Stephen Hawking es una personalidad de lo más compleja, y James Marsh ha sabido tratarlo, otorgándole una gama de dimensiones asombrosa que Eddie Redmayne a su vez interpreta con mucha intensidad. Habrá quien diga que cae en numerosas ocasiones en el sentimentalismo. Lo más correcto sería decir que en numerosas ocasiones es debidamente conmovedora, y con razón.
Vista la película, me veo en la obligación y en el gusto de decir que me encantaría que Eddie Redmayne se llevara el Oscar este año. Aún me quedan algunos candidatos a la estauilla por juzgar, pero me ha tocado tan hondo la actuación de Eddie que sería muy justo que saliera vencedor. No sólo es el parecido físico que comparte con el joven Stephen Hawking; es que con solo mirarle a los ojos (en esos planos de cerca tan, tan preciosos que tiene la película) me conmovía, me transmitía cantidad de emociones y sentimientos. Su interpretación es muy poderosa en todo momento, muy intensa, muy lograda y muy visceral. Felicity Jones está a su vez al mismo nivel de calidad que su compañero de reparto. Y eso es uno de los mejores aspectos de la película: que sus dos cabezas de cartel tienen tanta fuerza, estando juntos o por separado en pantalla, que la intensidad es brava durante toda la cinta. La interpretación de Felicity es sólida, conmovedora y difícil, muy lograda. Es destacable la presencia de David Thewlis, Harry Lloyd y Charlie Cox como protagonistas secundarios. Todos conforman un colchón seguro de actuaciones.
La película funciona en todos los sentidos; una dirección magistral de James Marsh que abarca la vulnerabilidad humana, el amor, el esfuerzo humano y la melancolía en el proceso de superación de Stephen Hawking y Jane Wilde; un guión con acabado profesional en el que cada toma tiene su importancia, por pequeña que sea, y se diga o no palabra alguna, y que además es muy envidiable la naturalidad con la que introduce guiños cómicos constantes que quedan tan bien, que no sobran en ningún momento, que te dibujan una sonrisa en la cara con facilidad y elegancia; la fotografía, vacía en escasísimas ocasiones, y rebosante de belleza, luz y formas en muchas otras; una banda sonora delicada y melodiosa; y un trabajo de diseño y vestuario soberbio. La Teoría del Todo es una producción elegante, digna y también triste, pero de esa tristeza es de donde renace toda esa esperanza y ansias por vivir cada momento. Un perfecto ejemplo de biopic bien planteado que gracias a esa sensibilidad equilibrada y extraordinarias actuaciones, convence.
No lo olvides: Eddie Redmayne y Felicity Jones; una fotografía que con solo una mirada te despierta emociones; los brillantes malabares que realiza con la vida de Hawking, su trabajo, matrimonio y enfermedad; el exquisito y arrebatador sentido del humor y lo conmovedora que es.
Olvídalo: Nada.