Muy buenas,
Hoy os traigo la crítica del biopic de Tonya Harding titulado Yo, Tonya, estrenado en España el pasado 23 de febrero.
La película está dirigida por el cineasta australiano Craig Gillespie, que ha dirigido títulos como La Hora Decisiva (2016) o Million Dollar Man (2014). Del guion se encarga Steven Rogers (Postdata: Te Quiero)
Está protagonizada por Margot Robbie (Escuadrón Suicida, El Lobo de Wall Street), Sebastian Stan (Capitán América, Marte), Allison Janney (Criadas y Señoras, Mom), Julianne NIcholson (Boardwalk Empire, Agosto) y Bobby Cannavale (Blue Jasmine, Ant-Man).
La película, que cuenta la historia de la carrera profesional de la patinadora olímpica estadounidense Tonya Harding, está estructurada en base a los testimonios de los protagonistas de la historia, de forma que, el espíritu de esta cinta es transmitir un mensaje tan cierto como la vida misma: que siempre hay varias versiones de una misma historia.
La primera parte de Yo, Tonya relata la infancia y adolescencia de Tonya (Robbie), siempre ligada al patinaje, deporte en el que destacó desde una edad temprana y bajo la estricta directriz de su madre LaVona (Janney). Pese a que la forma de educar a su hija, la pequeña Tonya, es bastante cuestionable, le inculca es voluntad y hierro y esa determinación de querer ser siempre la mejor que tanto caracteriza a la patinadora. También le enseña a ser una superviviente y a luchar ayudándose de todos los medios.
Hasta la adolescencia de Tonya, los únicos personajes que tienen influencia sobre la historia de la protagonista son su madre y su entrenadora Diane (Nicholson), pero en su adolescencia aparece uno de los personajes claves para la historia: Jeff (Stan) con quien mantiene una tumultuosa relación sentimental y que posteriormente se convertirá en su marido.
A la vez que dedica su vida entera a su pasión y a su sueño de representar a su país en los Juegos Olímpicos, Tonya tiene dos frentes abiertos fuera de la pista de hielo: su madre y su novio Jeff. Realmente, Tonya no sabe con quién está mejor, si con uno o con otro, pero algo tiene claro y es que ha de ser la mejor patinadora de la historia, consiguiendo ser la primera mujer americana en llevar a cabo exitosamente un triple axel, que es una maniobra complicadísima del patinaje.
A medida que va evolucionando la carrera de Tonya, nos vamos dando cuenta de que, independientemente de que sea la mejor patinadora de entre sus contrincantes, con mejor técnica y habilidades, las otras siempre le acaban superando en puntuación debido a que la personalidad de Tonya y su situación familiar no acaba de ganarse el favor los jueces, quienes fallan en ser demasiado subjetivos.
Tras fracasar en su vida sentimental, Tonya pierde lo único que amaba: el patinaje. Una caída provocó la pérdida de sus oportunidades de obtener medalla en unos juegos olímpicos, tras lo cual se deja el patinaje y pasa a convertirse en camarera.
Sin embargo, una visita inesperada en su trabajo de su antigua entrenadora, Diane, propicia la vuelta de Tonya al patinaje, a quién sólo le queda una última oportunidad para disfrutar su valía. Pero en este camino se topa con la última piedra en su carrera profesional, no sólo no consigue evitarla, sino que se da de bruces.
Y aquí llega la segunda parte de la historia: el incidente. El “incidente” es historia contemporánea y fue un regalo a los medios, que ayudaron a hundir la carrera de Tonya y dar por terminada. El cómo se produjo, nunca se ha sabido.
La película sortea con éxito la subjetividad y da las diferentes versiones de los hechos, relatadas según los diferentes protagonistas. ¿Cuál es verdadera y cuál es falsa? Esto lo deja al arbitrio del espectador, a quién le invita a formarse en su mente su propia versión de los hechos.
Yo, Tonya está ejecutada a la perfección con una Margot Robbie digna de Oscar, que sin embargo, se ha tenido que conformar con la nominación. Pero sin duda, esta película algo ha dejado patente, y es que esta joven mujer tiene una larga y prolífica carrera, probablemente llena de éxitos dada su versatilidad (recordemos que es australiana y aquí interpreta un acento americano, autóctono de la zona y condición social de la patinadora).
Sus compañeros de reparto también están magistrales. Sebastian Stan demuestra que es un actor con mucho que ofrecer más allá de los blockbusters a los que nos tiene acostumbrados y qué decir de Allison Janney… La camaleónica mujer ha recibido su primer Oscar interpretando uno de los muchísimos papeles sobresalientes que tiene en su carrera.
En resumen, pese a no estar nominada a la categoría de mejor película en los Oscars de este año, es una de las películas más destacadas de este año. Pero lo que hubiera sido pecado, sería hacer el vacío a sus actores, de los cuales solo dos han conseguido reconocimiento. Sin duda, de visión recomendada.
Atentamente,
Carmen Peris