Pregunta: Hablemos de Cannes. Fue en este festival donde la película se empezó a fraguar.
JC Chandor: Había comenzado a hablar con mis productores habituales y otros colaboradores sobre este proyecto antes de tener escrito el guión que tenía en mente. Lo escribí en primavera, durante la posproducción de “Cuando todo está perdido” y quedé muy satisfecho con el resultado. Lo terminé la semana anterior a Cannes. Jessica (Chastain) y yo habíamos coincidido en un par de entregas de premios en los que participó “Margin Call” en 2011. Aquel año ella estaba en todas esas grandes películas y yo era un recién llegado aún se sorprendía cuando recibía premios a “mejor película” y “mejor director novel”.
En Cannes, se filtró la existencia de “El año más violento», por lo que fue el primer anuncio público de la película, algo emocionante. Si “Cuando todo está perdido” no hubiera gustado, todo habría ido por un camino muy diferente. Así que fueron un par de semanas increíbles, porque mi carrera se pudo establecer sobre una base más firme y me di cuenta de que realmente podría tener la oportunidad de dedicarme totalmente a esto.
Jessica vino a ver mi película en su estreno mundial (Cannes 2012). Sé que suena raro, pero a ella le encanta ver películas. Así que estaba en Cannes ese año exclusivamente para ver cine. Había una gran fiesta después de la gala AMFAR a la que fuimos, y debido al mal tiempo se tuvo que cerrar todo el patio del Hotel du Cap, que se supone que tiene aforo para 3.000 personas. Así que todo el mundo está apelotonado en una pequeña zona cubierta, y Jessica tenía un reservado con sofás justo allí y fue como: “hey, ¿Os queréis meter aquí?”. Me preguntó en qué estaba trabajando, así que le ofrecí el papel. Fue todo muy espontáneo. Ella dijo: «Suena muy interesante, pásame el guión.» Pero sí, más o menos ya estaba hecho en ese momento.
He oído que Jessica tuvo un papel importante para elegir a Oscar Isaac
Jessica me propuso a Oscar Isaac. Me dijo: «Su madre es guatemalteca, su padre es cubano, se crió en Miami, entró en Julliard sin ayudas, vive en Williamsburg, y ahora es protagonista de la última película de los hermanos Coen (A propósito de Llewyn Davis), así que deberías conocer a este tipo. Él es Abel”. Oscar es un artista y enseguida se involucró en la historia. Creo que se sentía identificado con el personaje.
Jessica es maravillosamente persistente cuando quiere y siguió hablando de Oscar, y eso que yo ya me había decidido por él. Me escribió un correo electrónico en octubre del año pasado, cuatro páginas acerca de todas las razones por las que ella pensaba que sería perfecto para el papel. Le escribí una respuesta de una línea, «Le contratamos, pero no se lo digas todavía.» (Risas)
¿Cómo fue el primer encuentro con Oscar?
Le conocí en el Festival de Cine de Telluride, tenía una barba enorme y la cabeza rapada por su película “Ex Machina”, y desde luego, no era lo que tenía en mente para el personaje. Él dijo: «Bueno, la barba se quita rápido, no se preocupe.» Empezamos a encontrarnos con bastante regularidad. Él vive en Williamsburg, donde la película tiene lugar. Por supuesto, 30 años antes era un barrio muy diferente. Dimos una vuelta por el barrio y le fui mostrando las reliquias industriales de ese período, por ahí empezamos a crear su personaje.
¿Qué se siente al ser capaz de trabajar con actores que son tan apasionados y están tan metidos en sus personajes?
Fue increíble. Si nos fijamos en las tres películas que he tenido la oportunidad de hacer en sólo cuatro años: en mi primera película (Margin Call), yo trataba de mantener el ritmo, sabía que el guión era bastante bueno, pero nunca había hecho una película, y menos con aquel increíble elenco que conseguimos. Así que tenía que tener confianza como director novato y respetar el guión como si fuera la Biblia. Muchos de los actores dijeron que sabían exactamente lo que quería, pero aun así les dejé que se explayaran. Luego siempre puedes reorganizar las cosas como director. Ellos quieren saber que tienes una idea clara de lo que quieres al final y que los vas a guiar hasta esa idea, eso es lo que todo actor necesita. Pero en ese momento yo no era consciente. ¡Eran Kevin Spacey y Jeremy Irons, por el amor de Dios, dame un respiro! (risas)
La segunda película (Cuando todo está perdido) es distinta a cualquier cosa que he hecho. No es como cualquier otra relación con un actor. Era un icono estadounidense (Robert Redford) que es maravillosamente humilde y cercano. Nos hemos hecho amigos y le estoy muy agradecido porque es amable y colaborador cuando estás trabajando con él. Pero la experiencia fue extraña, ¿verdad? Estás solo como director, él de actor y no hay nadie más, es decir, desde la perspectiva de la actuación, nos pasábamos el día mirándonos el uno al otro. Y entonces el corregir era absurdo, porque era él sólo. Ni siquiera estábamos seguros de si habíamos hecho una película.
Así que fue muy distinto con “El año más violento», trabajando en el set con personas de mi edad, en lugares comunes en nuestras carreras, y todos querían estar allí por buenas razones. Estaba trabajando con gente de formación clásica, que llevan en esto 20 años de su vida. Tener ese tipo de opciones a mi disposición, como director, es impresionante, y te permite preocuparte de otras cosas e intentar hacer la película cada vez mejor, porque sabes que van a estar preparados y funcionando a toda máquina.
¿Te hizo estar más seguro como director?
Sí. El primer par de días en el set, cuando vi el tipo de energía en pantalla de Oscar y Jessica lo vi claro. Esa combinación de amor y competencia. Te podías creer que estaban enamorados apasionadamente, que esa relación estaba viva. Esa competitividad entre ellos hacía que me preguntara: «¿Quién es realmente responsable de que esto funcione?» Oscar y Jessica fueron a Julliard juntos, donde hay una gran competencia.
Cuando empiezas a grabar y estás mirando por la cámara, es cuando piensas: “¡Wow!, es impresionante conseguir este tipo de historias de personas que se unen para mostrar algo que has escrito tú”.
La película es un poco sorpresiva. El título “El año más violento” no describe completamente los hechos que en realidad tienen lugar. ¿Quisiste desde el principio generar esa sensación de algo que está a punto de explotar?
Sí. Mira, mis tres primeras películas comenzaron como un ejercicio de escritura. Ahora estoy en la loca y afortunada posición de poder dirigir esas películas. Cuando me siento a escribir un guión, tengo una versión bastante cerrada de toda la película en mi cabeza. Y luego, en un período formal de tiempo extraigo la esencia. Es algo brutal. Tenía una historia sobre una pareja que construye un negocio juntos, una especie de cuento de inmigrantes y su ambición. Algo así como: ¿conseguirá la panadería de la esquina de la calle sobrevivir? Esta pequeña panadería que hace barras de pan francés, levantó a una familia, pero en realidad nunca fue más allá de esa tienda. Su objetivo es vivir felices para siempre con su pequeña empresa y tal vez su hijo acabará heredándola. Pero la otra panadería, en el otro extremo de la calle se vuelve una franquicia, de una gran cadena. ¿Qué es la ambición y qué es la felicidad para ciertas personas? Siempre se ha estructurado en torno a una familia trabajando juntos, un esposo y una esposa. Construí la historia en mi cabeza durante unos cinco o seis años, acumulando ideas. La mejor analogía es una planta rodadora arrastrada por el viento. A veces, se pierde una idea o dos, y a veces recoges otras y agrandas la bola.
Empecé a analizar la violencia en las películas. La película del “hombre del barco” no daba mucho dinero, como te puedes imaginar (risas). Así que necesitaba un trabajo mientras estaba editando «Cuando todo está perdido». Y en los dos años desde que había hecho «Margin Call», me enviaron como 50 guiones. Debido a que “Margin Call” era un thriller de suspense debieron pensar: “¡oh, pongamos un arma en las manos de este escritor, y seguro que sale bien porque sabe cómo escribir un buen thriller!” Así que el 90 por ciento de lo que me ofrecían, era extremadamente violento, y el 30 por ciento de ello grotescamente violento, hasta el punto de ser ofensivo.
Tengo niños pequeños, así que me dije a mí mismo: «¿Realmente me voy a dedicar los próximos tres años a averiguar nuevas formas de reventar la cabeza a alguien porque la película va de un asesino samurái suelto por la ciudad?» Y mientras meditaba sobre esto, ocurrió un horrible acto de violencia muy cerca de mí, que fue la Masacre de la Escuela Primaria de Sandy Hook. Eso está al lado de donde vivo. Mi hija era de la misma edad que las victimas en ese momento. Yo la llevaba a la escuela los días después del tiroteo y había un guardia armado de pie justo en la puerta principal de su escuela. El primer día el guardia tenía cierto sentido. Pero el segundo día, mi cerebro pragmático comenzó a pensar: “bueno, ha sido un chavalde diesiete años con acceso a armas, pero ya está. Sólo que ahora hemos enseñado a estos cuatrocientos niños que para sentirse seguros al entrar en la escuela, tienen que pasar junto a un guardia armado.”
Es el típico caso de escalada de la violencia. Al poco miré en sitios web las estadísticas de delincuencia, mirando la historia de los datos de criminalidad en la ciudad de Nueva York en los últimos ciento cincuenta años. Los índices de criminalidad mantenían un patrón regular a lo largo de los años 70. Luego, en 1981, hubo un cambio espectacular y se convirtió en el año más violento de la historia. Al año siguiente, las cosas empezaron a mejorar rápidamente. Todo aquello transformó la ciudad y la convirtió en la que conocemos ahora. ¿Dónde se puede caminar en mitad de la noche en bikini y que nadie te moleste? Esa transformación, si rebuscas, se inicia en 1981. Pensé en hacer una película de gánsteres, usando algunos clichés clásicos del género, algo de la emoción de los tiroteos y persecuciones pero sin caer en lo convencional.
Como cuando nos presentan a Ana Morales (Jessica Chastain)?
Al principio de la película, Jessica se maquilla, se peina y se mira en el espejo, que es la forma en que se suele presentar una mujer fatal en los clásicos. Pero al final de la película, su último acto es firmar un contrato, y ahí te das cuenta de que ella probablemente ha tenido mucho que ver, incluso más que su marido, en el éxito de la compañía. He intentado romper con esas expectativas de lo que la mujer fatal es en una película de gánsteres y al final, te das cuenta de que ella es el director financiero de la compañía. Hay muchos pequeños giros a lo largo de la película, que hablan de nuestra relación con la violencia a la vez que intento mantener la misma clase de emoción del género que todos amamos.
A lo largo de toda la película Abel intenta caminar por la línea de lo que él considera «correcto». ¿Qué significa eso para ti?
Al principio, tratas de averiguar quién es este tipo, y de que va esta película. Hay una escena en la que ves esa lucha, cuando él está explicando cómo vender a sus comerciales y se ensimisma en su discurso. Cuando el público comienza a reírse, él se queda mirando a un comercial como un loco. Entonces el comercial se ríe, y él les advierte: «Esto no es una broma.» En cierto modo, él está también advirtiendo al público.
Estás sentado allí pensando, «¿Qué es esto, es una película de gánsteres?» Y en ese punto, te permite saber lo importante que es para Abel. Les dice: “Esto es vivir o morir, y es a lo que he dedicado toda mi vida, he dejado a mi familia sola durante horas cuando podría haber estado allí tranquilamente. Estoy levantando este negocio”. Todas esas cosas son parte de su mito de creación propia. Son las expectativas históricas de los inmigrantes, siempre tiran del carro sin ayuda de nadie.
Para tener éxito en este país se necesita una oportunidad, y trabajas desde donde otros lo dejaron antes que tú. Todos construimos nuestro éxito cimentado en los demás. Pero Abel cree a ciegas en el mito clásico americano. Le ha hecho un mejor vendedor y camina con ese falso sentido de confianza que sólo las personas que se han hecho a sí mismas irradian.
No es que estuviera pensando en esto en el momento que lo escribía, pero como director de cine, tengo que mantener a mi familia, quiero que mis hijos vayan a la universidad, me gusta un coche de lujo tanto como al que más. Así que tengo responsabilidades y tengo que tomar decisiones. Aunque no tan blanco/negro como lo ve Abel. Siempre he sido algo más gris. Para mí, narrativamente, es donde se encuentran las autenticas historias. ¿Qué camino queremos tomar, y hasta dónde estamos dispuestos a llegar? Y espero que eso sea lo que mis películas transmitan.