Entrevista a la directora Julie Manoukian por motivo del próximo estreno, 23 de marzo de 2021 de su próxima película, la «divertida comedia rural», Una veterinaria en Borgoña.
La cinta ha sido dirigida y escrita por la propia Manoukian y está protagonizada por Clovis Cornillac, Noémie Schmidt, Lilou Fogli, Carole Franck, Caroline Gaget, Sébastien Pruneta, Juliane Lepoureau, Victor Pontecorvo, Matthieu Sampeur.
Esta historia nos traslada hasta el corazón de la Borgoña, Nico, es el último veterinario de la zona, trabaja duro por salvar a sus pacientes, a su clínica y su familia. Es entonces cuando Michel, su compañero y mentor anuncia su retirada, Nico es consciente de que la peor parte está por llegar. «No te preocupes, he encontrado a la siguiente generación» Todo bien, hasta que descubres a…la siguiente generación; Alexandra, una recién graduada brillante, misántropa y que no tiene ningún deseo de enterrarse en el pueblo de su infancia. ¿Conseguirá Nico que Alexandra se quede?
Antes de dedicarte al cine estudiaste literatura… Teniendo en cuenta tu trayectoria, era muy poco probable que dedicaras tu primera película a esas personas que cuidan a los animales… ¿De dónde sacaste la idea de UNA VETERINARIA EN BORGOÑA?
Me lo sugirió el productor Yves Marmion. Habíamos trabajado juntos en un proyecto que no había tenido éxito pero que había creado un vínculo entre nosotros. Hace unos tres años después de esa colaboración fallida, Yves me llamó para decirme que estaba buscando a alguien para contar una historia sobre los veterinarios rurales. «Es una profesión”, me dijo, “que interesa a todas esas personas cada vez más numerosas preocupadas por el bienestar animal. Estoy seguro de que se puede contar una gran historia». Y añadió que si yo conseguía escribirla, me confiaría la dirección de la película. Me quedé sin palabras: ¡desde niña, mi sueño había sido «dirigir» una película!
Mi puerta de entrada a ese mundo que no conocía eran los sanitarios. Durante años había estado siguiendo a médicos-autores como Martin Winckler, Baptiste Beaulieu o Jaddo, de los que admiraba la pasión, la humanidad y el humor. Cuando empecé a investigar sobre los veterinarios en zonas rurales, descubrí sus condiciones de trabajo, la presión creciente, y encontré el mismo humor, la misma pasión y el mismo heroísmo discreto que caracteriza a esta profesión tan sacrificada.
¿Por qué es así?
Porque son personas que entregan su vida al servicio de los demás. Trabajan en condiciones difíciles, con horarios enloquecidos, y que reciben salarios que no se corresponden con el enorme esfuerzo que han tenido que hacer para conseguir su diploma ya que se trata de una de las carreras más difíciles.
Un veterinario rural debe saber tratar a prácticamente todos los animales, domésticos o no, de compañía o salvajes, sin olvidar las especies exóticas. Debe estar disponible día y noche, tanto para asistir a partos como para otras emergencias. Además de ayudar a nacer, también recae sobre ellos la exorbitante responsabilidad del derecho a la eutanasia que tienen sus «pacientes». ¡Nada más y nada menos! Me enamoré de su profesión, que siguen ejerciendo con pasión y abnegación, a pesar de un estatus que en plena descomposición y de unos clientes que les exigen cada vez más.
¿Cómo diste con la estructura de tu guión?
Empecé buscando a mis personajes y después llegó la historia. Después de documentarme, el primer personaje que encontré fue Nico, un veterinario de 45 años que lucha por conciliar su vida laboral y familiar. Me gustan las historias de familias. De hecho son una de mis obsesiones de autor… Cuando tuve a mi «Nico», imaginé que se estaba ahogando, y que para no hundirse debía buscar un socio. Se convirtió en una historia de transmisión… Tenía un punto de partida. Después, el personaje de Alex llegó muy rápidamente.
¿El personaje de Nico se inspira en alguien que conocías?
No, pero digamos que tiene elementos de varias de mis figuras paternas y de esos sanitarios que me inspiraron. Y después, cuando llegué al Morvan para buscar localizaciones, conocí a un veterinario que, aunque un poco más joven que “mi” Nico, ¡tenía el mismo perfil! Eso prueba que si tienes una idea precisa y sólida de un personaje, eso quiere decir que existe en la realidad aunque aún no lo conozcamos.
¿Y el personaje de Alex?
El personaje de Alex lo ideé como lo mejor que podía pasarle a Nico, pero con un exterior nada halagüeño. Ella no se parece a mí, pero tiene muchas cosas mías. Quise que tuviera esa faceta romántica y obtusa a la vez que yo tenía a los 15 años y que todavía me queda, ¡a pesar de que ya he cumplido 30! (risas)
¿Cómo construiste tu película para darle esa faceta tan real, tan concreta?
Sabía que tenía que estructurar mi historia con anécdotas, pero también sabía que no debía abusar de ellas para no perder de vista mi verdadero propósito. Así que decidí centrarme en algunos animales como el ratón, el zorro, la vaca y el perro Thor, que pueden considerarse personajes de la película por derecho propio. Y todos los demás hicieron las veces de “extras». Su cometido es dar vida a la clínica.
¿Estabas familiarizada con esos animales?
La verdad es que no. Aparte de Thor, el perro de caza, que me inspiró un perro que conozco y que vive una vida doméstica para la que no está hecho. El zorro apareció en la historia después de un sueño. Crecí en la ciudad, sin mascotas, y mi perspectiva sobre ellos cambió mientras escribía, me ha vuelto a conectar con algo que había perdido hace mucho tiempo.
¿Hubo escenas «peligrosas» a la hora de rodar?
No se puede decir que fueran peligrosas pero sí delicadas. La escena del parto, por ejemplo, fue muy complicada. Me preocupaba mucho porque era una de las escenas fundamentales de la película, la que cambia todo para Alex. Habíamos planeado hacer un montaje falso y fabricar patas falsas de ternero por si acaso. Pero en el fondo de mi corazón quería que fuera una escena real. Tuvimos muchísima suerte. Cuando llegamos al Morvan, encontramos el establo que nos serviría de escenario. En el interior, había 15 vacas y todas iban a tener su primer parto. Es lo que queríamos porque esas vacas suelen necesitar la ayuda de un veterinario para parir. Todas tenían que parir durante el rodaje, así que era perfecto. Y luego, a medida que pasaban las ecografías de control, el veterinario, que también era nuestro asesor, redujo el número de vacas que encajaban con nuestras fechas: ¡de 15, pasamos a 5, después a 3, y luego a una! Llegó la fecha, un viernes. Noémie no podía venir el domingo. Estábamos muy preocupados. Y luego, Maxime, nuestro asesor, nos dijo que debíamos estar preparados, que el parto era inminente. Instalamos la iluminación en el establo y esperamos fuera, en la mesa de control, y poco a poco todo el mundo empezó a contar historias de nacimientos, fue precioso lindo. Después, Maxime nos dijo que había llegado el momento. Entramos con un equipo reducido, en un silencio casi religioso, para no asustar a la vaca. Noémie se había preparado, y vivió el parto de principio a fin. De hecho, ella misma hizo algunos gestos. La toma que quería a toda costa era la primera mirada del recién nacido a la que le había traído al mundo, y pudimos filmarla. La emoción nos embargó a todos. Todos empezamos a llorar en silencio en nuestros pañuelos. Noémie hizo gala de una sangre fría admirable. ¡Ni se mareó ni se desmayó! (risas)
¿Cómo hiciste las escenas con el zorro?
Sabía que se puede domesticar a los zorros, pero lo que desconocía es lo miedosos que son. Nuestras entrenadoras, Muriel Bec y Lisa Humblot, hicieron milagros con Trollus, su zorro, que habían adoptaron cuando era un cachorro. Para ellas, este joven macho controló su miedo, aceptó tener a un pequeño equipo a su alrededor y logró mantenerse firme durante las tomas. ¡Pero había que ir muy deprisa! Yo no lo sabía, pero la mayoría de los animales sólo se dejan «llevar» con el único propósito de hacer feliz a su «amo». ¡Es increíble todo lo que pude aprender y comprender sobre la inteligencia animal haciendo esta película!
¿Escribiste el guion pensando en los actores?
No, pero cuando terminé el guión, el primer nombre que surgió para el papel de Nico fue el de Clovis Cornillac. El consenso en torno a su nombre fue tal que creo que hubiéramos abandonado el proyecto si él no hubiera aceptado. Clovis es un actor al que adoro. Cuando era adolescente, vi todas sus películas con mi madre, que también es fan suya. Después de enviarle un mensaje de texto, quedamos para comer. ¡Ese día yo estaba casi tan estresada como el día de mi boda! (risas)
Hay un fenómeno llamado «Clovis Cornillac». Cuando fuimos a buscar localizaciones en el Morvan y nos preguntaron quién iba a actuar en la película, en cuanto mencionamos su nombre, la cara de la gente se iluminaba inmediatamente. Además de ser un comediante increíble, que ha hecho giras por todo el país, creo que siempre deja muy buenos recuerdos donde quiera que va. En un plató, es un socio fantástico y tremendamente considerado con sus compañeros. Es divertido, paciente y sabe cómo elevar la moral de las tropas. Contar con
él en mi primera película ha sido una enorme suerte para mí. Me emociona que haya depositado su confianza en mí.
Para interpretar a Alex, has elegido a Noémie Schmidt…
Conocía el trabajo de Noémie en VERSAILLES y en EL SR. HENRI COMPARTE PISO, y me quedé impresionada en las pruebas que hizo para nosotros. Para el papel de Alex, también se necesitaba una actriz capaz de interpretar con un ratón en el hombro, que no es el caso de todos los actores, pero Noémie ya lo había hecho: así que pedirle que interpretara a Alex era una elección obvia desde todos los puntos de vista. En el plató, nos asombró con su amabilidad, su disponibilidad y sus agallas, sobre todo en la escena del parto.
¿Por qué eligió a Michel Jonasz para el papel de Michel?
¿Por la similitud de nombres? En cualquier caso, el nombre de Michel Jonasz, que también es uno de los monstruos sagrados de mi infancia, surgió casi inmediatamente. Nos conocimos y después de dos horas tomando té chino, me dio su consentimiento. Este papel le gustaba mucho porque me confesó que uno de sus sueños había sido convertirse en cirujano y que seguía siendo un apasionado de la medicina de todo tipo. Todo el mundo lo sabe, pero podemos repetirlo: además de ser uno de los mejores cantautores, Michel también es un actor magnífico. Tiene una técnica sin fallas y una enorme precisión en sus gestos. Es impresionante.
UNA VETERINARIA EN BORGOÑA se rodó en el Morvan. Es una región que acoge pocos rodajes…
Al principio debíamos instalarnos en el Jura pero estaba demasiado lejos de Muriel Bec, que tenía que traernos a todos los animales desde su casa. Así que intentamos acercarnos a ella y pensamos en el Morvan y en su parque natural Visitamos bastantes pueblos, sin encontrar lo que buscábamos, hasta que Yves Marmion vio una foto de la plaza de Mhère en la guía Michelin. Fue el último pueblo en el que paramos, ¡y era perfecto! Su plaza y su ayuntamiento se asemejaban a un escenario de western. Exactamente lo que yo que estaba buscando. Para rodar en scope, era ideal. Después, recorrimos la zona y descubrí la región con la que había soñado, todo repleto de verde y de agua.
Es tu primera película, la realización de un sueño de infancia. ¿Cómo lo has vivido?
Estaba deslumbrada, incrédula y aterrorizada al mismo tiempo, hasta el primer día de rodaje. Pero la alegría que había en el set se impuso, incluso en los momentos más duros, sobre todo gracias al equipo con el que el que tenido la suerte de trabajar. Además, Yves Marmion no me dejó ni a sol ni a sombra. Me acompañó de un extremo al otro de esta aventura. En esta película, él ha sido la figura tutelar que necesito cada vez que hago algo. Mi carrera profesional está marcada por personalidades como la suya.
¿Tenías en mente algún modelo de película?
No exactamente. Hay muchas películas francesas que me encantan y que me han construido como persona, pero que pertenecen a universos distintos al de UNA VETERINARIA EN BORGOÑA. No tenía ninguna referencia. Ni siquiera había visto UN DOCTOR EN LA CAMPIÑA de Thomas Lilti, que vi después. Solo sabía que quería hacer una comedia que fuera al mismo tiempo amable, sólida y realista, que no traicionara la realidad sobre el terreno.
Como directora de tu ópera prima, ¿has sentido miedos y grandes emociones?
Sí, un montón. Por ejemplo en la primera toma, cuando oí «acción» por primera vez. O la primera noche de rodaje con un montón de extras y donde nada funcionaba. Fue Michel Jonasz quien mantuvo la moral del plató en todo momento ¡haciendo reír a la gente. También la escena del parto, que, en términos de timing, fue un verdadero milagro. Pero la secuencia que más me conmovió es una de las últimas. Es la escena en la que Noémie, después de que le digan que puede trabajar en el laboratorio de sus sueños, se da cuenta de lo que ha perdido al irse del Morvan. Ese era el meollo de la historia: encontrar su lugar en el mundo, encontrar su tribu. Noémie hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas. Ocurrió algo muy fuerte, indefinible.
Has hecho una película que se desarrolla en el campo francés y tú, la hija de André Manoukian, ¿eliges acompañarla de música anglosajona? ¿Es porque te gustan las contradicciones?
(Risas) En absoluto. Resulta que para esa película quería música folk. Tenía en mente a Jimmy de Moriarty. Y tuve la suerte de poder utilizarlo con otras dos piezas de este grupo que me gusta muchísimo. Abrir y cerrar la película con la voz de Rosemary Stanley es un gran triunfo para mí. Después, le pedí a Mattéi Bratescot que compusiera una banda sonora con el mismo espíritu. UNA VETERINARIA EN BORGOÑA no era la película adecuada para trabajar con mi padre. Pero espero contar con él en la próxima.
¿Cuál es el mensaje de tu película?
Que los «veterinarios» son personas indispensables. Y que necesitan ayuda.
¿A quién se dirige UNA VETERINARIA EN BORGOÑA?
A todo el mundo. Es una historia familiar, de heridas que cicatrizan y de solidaridad. ¡Todos los que vayan a sentirse mejor al verla están invitados!
¿Qué ha cambiado esta película en tu vida?
He crecido un poco. He aprendido a decir «no», algo que me resultaba difícil. ¡Y por encima de todo, he comprendido que sólo quiero dedicarme a esto!
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