A día de hoy, la película “Los descendientes”, basada en la novela del mismo nombre escrita por la hawaiana Kaui Hart Hemmings, ya se ha convertido en un éxito de taquilla con más de 44 millones de dólares recaudados. El film, que costó poco más de siete millones de dólares, ya es el favorito para hacerse con el ansiado Oscar, y de momento va por muy buen camino hacia los Globos de Oro.
Alexander Payne ha sido el encargado de dirigir esta adaptación, en el que se ha convertido su quinto trabajo tras, “Ciudadana Ruth” (1996), “Election” (1999), “A propósito de Schmidt” (2002) y “Entre copas” (2004). Payne fue clasificado en su día por la revista Sight & Sound, como uno de los autores representantes del cine indie laxo en sus límites, y donde la ironía y la comedia hacen acto de presencia constante.
Esta fórmula de drama + comedia, es característica del director, y en sus trabajos nos muestra invariablemente a un protagonista itinerante que se sumerge en un viaje de autoconocimiento, es el caso del viudo jubilado que emprende un viaje en caravana en “A propósito de Schmidt”, o del escritor frustrado que está a un paso del altar en “Entre copas”.
En esta ocasión el protagonista es Matt King (George Clooney), un hombre casado y padre de dos hijas que vive en Hawái. Su vida da un brusco giro cuando su esposa muere en un accidente de barco en Waikiki, viéndose obligado a conectar con sus dos hijas de 10 y 17 años, Scottie (Amara Miller) y Alexandra (Shailene Woodley). Y las cosas se complican cuando Alexandra desvela que la mujer de Matt estaba con otro hombre en el momento del accidente. En medio de esta complicada situación, Matt tiene que decidir qué hacer con las tierras de la familia, situadas en una zona virgen, y símbolo de la unión entre la realeza hawaiana y los misioneros.
George Clooney (“Los idus de marzo”, “Up in the air”) se convierte en ese personaje itinerante propio de los trabajos de Payne, ya que inicia una búsqueda del amante de su mujer con sus dos hijas a cuestas, en un viaje donde se dan los más variopintos encuentros, pero esta vez en un escenario completamente ajeno para el director, oriundo de Omaha (Nebraska): «Es un relato que podría ocurrir probablemente en cualquier otro sitio, pero lo que me impresionó del libro fue el ambiente, absolutamente excepcional, de los terratenientes y la alta sociedad de Hawái. Es algo muy específico de este lugar, aunque también es universal», comenta Payne.
La aparición de Clooney en el film es sin duda uno de sus puntos fuertes, la propia autora de la novela ya pensó en él cuando estaba dando los últimos toques a su protagonista, Matt King. Un gran papel, que Clooney interpreta a la perfección, y que le ha valido una de las cinco nominaciones con las que la cinta en los Globos de Oro, y si se cumplen los pronósticos le valdrían también la nominación al Oscar.
Junto al veterano actor, un grupo de rostros jóvenes se encargan de dar vida a “Los descendientes”, es el caso de Shailene Woodley (Serie “Vida secreta de una adolescente”), la debutante Amara Miller o Nick Krause (“Homo erectus”). Entre los secundarios nos suenan algunos nombres como el de Robert Forster (“Los fantasmas de mis ex novias”) o Beau Bridges (series “Me llamo Earl”, “Cinco hermanos”).
Por su parte, Hawái, ha sido junto a George Clooney, el otro protagonista de la cinta, así nos lo explica el director de fotografía Phedon Papamichel: «Resultaba esencial capturar la belleza y la naturaleza del entorno circundante de manera que se pudiera entender el conflicto que siente Matt ante la perspectiva de vender la tierra de su familia». Por eso optó por dividir los escenarios hawaianos en dos, un ambiente más ajetreado propio de la ciudad de Honolulú, y otro más tranquilo como es el caso de los paisajes de Hanaley Bay, situados en la isla de Kauai un verdadero reto para la fotografía: «La luz allí es muy complicada porque está cambiando constantemente (…) El tiempo puede variar de nublado a soleado en el transcurso de una toma», apunta Papamichel.