Tras haber recorrido el mundo siguiendo a las aves migratorias en “Nómadas del viento”, y haber surcado los mares junto a las ballenas y rodeado de medusas en “Océanos”, los directores Jacques Perrin y Jacques Cluzaud regresan a los cines con su nuevo documental Las Estaciones, que nos presentan en esta una temática de lo más familiar.
Un breve repaso por la historia de Las Estaciones y de Europa, por Stéphane Durand
Y es que durante millones de años, Europa se ha visto sumida con cierta regularidad en periodos de frío, muy parecidas al clima que se experimenta a día de hoy en Groenlandia. Con lo que durante la última Edad de Hielo el Homo Sapiens llegó a nuestro continente, de eso hace ya unos 40.000 años. Con lo que descubrieron tundras que acogían a algunas gigantescas manadas de renos, bueyes almizcleros, mamuts, rinocerontes lanudos, antílopes saiga, y alces irlandeses. Y estos tenían que pelear por sus presas junto a lobos y leones, y a la hora de buscar refugio no era para menos, ya que competían con osos y hienas por las cuevas, además de dibujar imágenes impactantes en sus paredes, eso era la larga era paleolítica. Tras ella hace unos 12.000 años, una pequeña oscilación en el eje de rotación de la Tierra provocó un repentino calentamiento con lo que los glaciares se derritieron y los grandes rebaños huyeron a Siberia, y el nivel del mar aumentó en 120 metros.
En oleadas, llegaron a Europa diferentes especies de árboles. Los seres humanos vieron como los árboles invadían sus tierras de caza, y los árboles se volvieron sagrados, alabando el vínculo entre la tierra y el cielo a través de sus troncos. Los seres humanos se convirtieron en cazadores solitarios, apuntando con sus arcos y flechas a los bisontes, uros, caballos, ciervos y jabalíes que pasaban.
Después, hace 6.000 años, la vida nómada del cazadorrecolector desapareció cuando se domesticaron plantas y animales, el inicio de la era neolítica. Los seres humanos se convirtieron en agricultores, en gente sedentaria que trabajaba y desbrozaba la tierra, construía asentamientos, aprovechaba y desviaba cursos de agua y desecaba pantanos.
Modificaron la evolución del mundo natural, pero los progresos fueron lentos y abarcaron miles de años. Muchas especies se beneficiaron de los nuevos entornos creados por los seres humanos, incluyendo el hogar. Le gente fue creando por todo el continente un mosaico de pequeñas poblaciones que ayudaron a fomentar la biodiversidad en espacios abiertos. Pero poco a poco, la humanidad dio la espalda a la Naturaleza y se encerró en ciudades cada vez más grandes y cada vez más pobladas.
En los dos últimos siglos, nuestro consumo masivo de combustibles fósiles ha dejado su huella en la tierra, y ésta es cada día más profunda, ahora la humanidad está saturando el espacio y es la Naturaleza la que se encuentra aislada. El equilibrio se ha visto interrumpido y el mundo está cambiando. Los seres humanos se han convertido en una fuerza geológica. Las modificaciones que hemos impuesto han sucedido tan deprisa que muy pocas especies pueden seguir nuestro ritmo. De repente, los animales que hemos amado durante siglos están amenazados: pájaros, ranas, caracoles, insectos… lo que fue abundante ahora es escaso. Nuestras primaveras han quedado en silencio porque los gorriones y las golondrinas desaparecen de nuestras ciudades sin que nos demos cuenta. Pero en nuestra huida a las megalópolis, hemos dejado atrás enormes territorios que habíamos poblado hasta hace muy poco. Vuelven a estar cubiertos de vegetación, regresan los árboles y también los grandes animales, lobos y buitres, especies que habíamos dejado atrás y que se vuelven a apropiar del espacio despoblado. ¿Está regresando paulatinamente la naturaleza salvaje?
En busca de las fabulosas imágenes de Las Estaciones:
Imagina a los mamuts deambulando por las calles de París; las ballenas, delfines y focas nadando por el rio Sena; los uros bramando en los bosques de Borgoña; a un grupo de esturiones bloqueando el Ródano; las cabras montesas bailando en medio de los arroyos cerca de Marsella; cuando las lluvias casi repentinas refrescan las noches de verano… Así pues Jacques Perrin y Jacques Cluzaud y su equipo han recopilado miles de estas historias buscando en libros y también en algunos centros de investigación, contando con la visión de científicos y buscando más puntos de vista posibles. Los directores se reconocen como unos “buscadores que pretenden encontrar imágenes fabulosas”.
Y para llevar a buen puerto ese recuento de 20.000 años de historia de la fauna salvaje de Europa, les ha llegado algún tiempo para detenerse en el enorme universo de las ciencias, y también tiempo para pensar y para soñar, para engañarnos a nosotros mismos. Pero ¿Es posible llevar a cabo una película sobre un tema que uno no domina por completo?
Con lo que hay que estar muy loco para envolverse en esta aventura y este índole. Ya que cada película es un juego de azar, y el entusiasmo fue su único guía. Las Estaciones entraña un doble riesgo porque han añadido una dimensión temporal a la espacial, atreviéndose a perderse para encontrarse a sí mismo, durante el mayor tiempo posible, “nuestro guión se mantuvo abierto a lo imprevisto, a la duda y también a la sorpresa”.
El guión está escrito por los propios directores Jacques Cluzaud, Jacques Perrin y por Stéphane Durand, con lo que contaron con total libertad para su escritura, y es que todo es posible sobre el papel. “Mantuvimos esa libertad hasta el montaje”, hecho que complicó más si cabe el trabajo de todos los integrantes de este proyecto; los que se ocupaban del calendario, gestión del presupuesto, localizaciones e incluso el trabajo con los animales. Esto podría haber hecho que algunas escenas enteras hubieran podido desaparecer de la noche a la mañana, lo que reducía todos sus esfuerzos a la nada. A lo largo de esta búsqueda en concreto, el equipo pasó mucho tiempo en las localizaciones, con los animales salvajes, tratando de capturar ese momento mágico. Y es que la Naturaleza es un plató en el que no se puede controlar algo tan importante como lo es la iluminación. Armados de paciencia esperaron y se fundieron con el paisaje ya que “no saber a dónde vas es la única manera de preservar intacta la curiosidad que nos ha impulsado desde el inicio, el deseo de obtener un plano más cercano”. Ya que se trata de entender a esas criaturas, que en ocasiones están muy cerca y que también se expresan, sienten, se estremecen de deseo o de miedo, y comparten con nosotros nuestro territorio y lo más importante nuestra historia.
Jacques Cluzaud y Jacques Perrin reconocen que “hay algo que sucede a nuestro alrededor que hace que valga la pena preocuparse un poco, detenerse y experimentar esos momentos siempre es enriquecedor”. Con lo que para conseguir transmitirnos esas emociones el equipo técnico de Las Estaciones tenía que dejar atrás la cómoda posición de observadores distantes y mirar sin prejuicios para participar en un momento de la vida en estado puro, zambullirse en el núcleo de la acción, entre esas criaturas a las que “observan”, y vivir el mundo en el que están de la misma manera que lo hacen ellas.
La asimilación en Las Estaciones:
Se emplea la técnica de la asimilación con tal de obtener así la proximidad que se necesita para transmitir las emociones que se están buscando. Y así permitirnos recuperar una familiaridad que se ha perdido después de los últimos siglos de caza intensiva. Ya que los animales salvajes han desarrollado un “reflejo” para huir de nosotros, los seres humanos que es mucho más poderoso que el reflejo de huir de sus depredadores “naturales”.
Para ello hay que entender que este comportamiento de supervivencia no es natural, tanto de que este es anormal, teniendo en cuenta que durante milenios los seres humanos y los animales salvajes vivieron en una proximidad muy estrecha. Esto es algo que encontramos hoy en día bajo el agua o en lugares muy remotos, como podemos observar en las regiones polares o incluso en los grandes parques nacionales, donde Jacques Cluzaud y Jacques Perrin han rodado anteriormente otros documentales como Océanos y Nómadas del viento. Esta asimilación permite al animal vivir sin miedo alguno y centrarse a sus actividades sin restricciones, haciendo caso omiso de los realizadores que están tan cerca de ellos, y cuya única tarea consiste en capturar las imágenes de sus mejores momentos.
Un animal joven nace con el miedo en el vientre, aunque también con una necesidad vital de contacto y la del calor corporal. Con lo que el reto del asimilador es neutralizar ese miedo heredado lo más rápidamente posible adoptando al animal nada más nacer. Así pues de esta forma, el asimilador puede desempeñar el papel de madre sustituta. Él o ella se aseguran de que su presencia se asocie con ciertos momentos de placer, como la succión, el sueño, o el juego. Todo esto es muy distinto a adiestrar a un animal, esta asimilación crea una relación casi simbiótica de confianza. Con lo que algunos asimiladores suelen decir que “se necesita tener un exceso de amor maternal para hacer su trabajo”, además de que requiere muchas otras habilidades. Como su disponibilidad completa, ya que los animales no les importan nada las vacaciones o los fines de semana…
Los protagonistas animales de Las Estaciones:
Mamíferos
Ciervo rojo, Liebre, Cabra Montesa Marmota, Jabalí, Antílope, Reno, Buey, Almizclero, Zorro Común, Caballo, Konik, Bisonte Europeo, Caballo de Przewalski,Oso Pardo, Foca Común, Alce, Erizo, Ardilla Roja, Nutria Europea, Lobo Europeo, Lince Europeo, Ratón de Campo, Marta, Rata Parda, Conejo de cola de algodón, Jineta, Ratón espiguero, Lirón, Tejón Común.
Pájaros
Buitre, Leonado, Garza Real, Martín Pescador, Pinzón Real, Ganso Común, Pigargo, Vocinglero, Cigüeña Negra, Estornino Pinto, Mirlo Acuático Europeo, Mochuelo Alpino, Cuervo Grande, Búho Chico, Azor Común, Búho Nevado, Abubilla, Cormorán Grande, Grulla Común, Búho Real, Cárabo Común, Tórtola Europea, Grajilla Occidental, Lechuza Común, Herrerillo Común, Carbonero Común, Mirlo Común, Paloma, Torcaz, Gorrión Molinero, Arrendajo, Urraca, Perdiz Roja, Verderón Europeo
Varios
Salamandra Común, Lucánido