Martin Scorsese vuelve a probar, a sus 71 años de edad, que sigue siendo uno de esos enormes talentos creativos de Hollywood que, como es tónica habitual, solo echaremos en falta cuando nos deje. Su creatividad e ingenio, más propios de un director joven y vanguardista, nos trae un alocado e ingenioso biopic, poblado con grandes excesos, dotes del añorado cine negro y dirigiendo, por quinta vez, a un Leonardo Di Caprio en el que supone su mejor registro –prueba de ello su, muy merecida, nominación al Oscar-.
Es indudable que, para el espectador español, las cinco nominaciones a los Oscar, -todas en categorías fuertes como son: mejor película, director, protagonista, secundario y guión adaptado- supone un aliciente para acudir a la taquilla, pero hemos de obviar tamaño panfleto propagandístico, dado que nos encontramos ante un producto de enorme calidad y que ponen de manifiesto el talento de Scorsese.
Apoyado por el guión de Terence Winter –guionista de éxito gracias a Los Soprano y Boardwalk Empire– nos ofrecen tres horas de excesos en materia de drogas, avaricia, sexo, corrupción, dinero, etc. -lo que supone un fortuito guiño a los mafiosos de otros films del propio Scorsese-. Mención aparte merece el acertado uso de la voz en off.
Basada en las memorias autobiográficas de Jordan Belfort, un joven broker de Wall Street que hizo una brutal y meteórica fortuna durante los noventa, haciendo uso de dudosas artes financieras, las cuales se negó a reconocer y a delatar a sus cómplices, lo que le llevaron a la caída y acabar un tiempo en prisión.
Espectacular Leonardo Di Caprio, (sensacional año en lo interpretativo tras El Gran Gatsby,) que deja boquiabierto al espectador con su deslumbrante puesta en escena al inicio de la película, acompañada con brillantez en las escenas más cómicas –atención a los gags post-drogas de Di Caprio y Jonah Hill-, o en su repertorio como ese depredador carente de conciencia y de remordimiento, obcecado por su afán insaciable de poder y dinero, totalmente adicto a los excesos de drogas, alcohol y sexo que nos muestra ser Belfort, los cuales se ven favorecidos con los planos de Scorsese.
Otro de los grandes éxitos del film son los escuderos de Di Caprio:
Jonah Hill, atención a la trayectoria de este joven actor desde que se pasó al registro serio y que vuelve a ser reconocido su talento tras Moneyball, muestra una brillante actuación como el hilarante y excéntrico compañero de Belfort y al cual debemos atribuir parte del éxito de la puesta en escena de Di Caprio, con el permiso de Matthew McConaughey (para el recuerdo su 2013, gracias a su breve pero deslumbrante aparición y a Dallas Buyers Club que bien parece el único capaz de privar a Di Caprio del Oscar), el cual nos aparece al inicio del film como el mentor de Belfort, un grotesco personaje que fascina con sus consejos a Belfort sobre la gran farsa de Wall Street y que inicia a este en los abusos de drogas y alcohol.
En definitiva, nos encontramos ante un espectáculo visual que bien merece la pena ser disfrutado, eficaz en su puesta en escena, deslumbrante en la interpretación de unos actores que dan lo mejor de si mismos y a la brillantez de un genio como Scorsese y un muy elaborado guión.
Entrada editada por el Mr. Marrón
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