Hemos conseguido una entrevista en exclusiva con la actriz y realizadora francesa Valérie Donzelli, que en esta ocasión se pone delante y detrás de la cámara para dar vida a Juliette, una joven madre, que junto a su esposo Roméo, tendrán que hacer frente a la dura enfermedad de su pequeño hijo Adam. La realidad de la historia les tocó muy de cerca tanto a ella como a su esposo, el también actor Jérémie Elkaïm, dado que ambos tuvieron que hacer frente a la enfermedad de su hijo. De la mano de la productora GOLEM, nos llega esta historia de lucha y superación, donde unos padres acaban por convertirse en verdaderos héroes, capaces de hacer frente a las pruebas de la vida.
–DECLARACIÓN DE GUERRA aborda un tema especialmente dramático, aunque la película no es un drama ni una comedia; tan solo cabe decir que es una película llena de vida.
-Lo cierto es que a mí también me cuesta encuadrar la cinta, porque en mi opinión no es ni una comedia dramática ni tampoco un melodrama. Por eso, con el paso del tiempo, Jérémie Elkaïm y yo, nos dimos cuenta de que estábamos ante una película física, viva y muy intensa. La verdad, es que al principio pensaba en una película de acción, una especie de western o un film bélico, como refleja el titulo. Me basaba en la idea de un gesto, de poder abrir una puerta y contemplar lo que está ocurriendo detrás. En este caso, se trata del encuentro de dos jóvenes que sin lugar a dudas viven una gran aventura, no la mítica idea de aventura que tiene todo el mundo, esta es real; es como si Romeo y Julieta estuviesen destinados a conocerse para acometer esta aventura juntos.
-La noción de destino se siente a lo largo de toda la cinta, a pesar de ello es un destino que no se acepta así como así, pero es un destino inevitable que acaba por realizarse.
-Así es, yo siento que en la vida ocurren hechos o pruebas que tenemos que superar, a veces será más difícil hacerlo, nos dolerá más o menos, pero es lo que toca. Es como ir escalando una montaña que en lugar de matarnos nos ayuda a ser más fuertes. Es por eso que cuando Adam, un niño fruto del amor entre Roméo y Juliette enferma, lleva a plantearse al padre ¿por qué un niño, el nuestro, tiene que caer enfermo?, y la respuesta de Juliette en ese sentido es: “Porque somos capaces de superarlo”. Es una prueba que adquiere un carácter místico, donde ya no entran factores como el de injusticia o mala suerte.
–DECLARACION DE GUERRA es pues una historia de lucha, la de una pareja que se enfrenta a la dura prueba de un hijo enfermo.
-Mi objetivo era la de narrar una historia de amor que ha de pasar por esa dura prueba. Roméo y Juliette son la típica pareja de enamorados despreocupados, no están listos para afrontar una tarea como la que les toca, una guerra. En este sentido, parecen una de las parejas actuales, pero que acaban por demostrar su fuerza y su valor, una capacidad de lucha al fin y al cabo, que los convierte en héroes sin proponérselo. Es ante esta prueba como se erigen en adultos responsables. También quería que la gente se diese cuenta de cómo nos superan nuestros hijos, porque si bien es cierto que ni Roméo ni Juliette están preparados para afrontar la enfermedad de su hijo, los padres de estos tampoco lo están, se ven superados por la situación. Es como un engranaje, que acaba por demostrar que los hijos no son una extensión de los padres, sino que como individuos, tiene su propia vida.
-A pesar de que la enfermedad de su hijo lleva a Roméo y Juliette a reforzar su vinculo, también acaba por destruirlo, lo dice la narradora de la película: “Estaban destruidos, pero eran sólidos”.
-Bueno, desde mi punto de vista, una relación amorosa se fundamenta en la despreocupación y en el convencimiento de que nada destruirá ese amor, pero la rutina de Roméo y Juliette y el tiempo pasado en el hospital, los lleva a replegarse en ellos mismos. Para salvar al niño, la pareja debe morir, sacrificarse. Es una prueba que construye y fortalece el vínculo de unión de la pareja que acaba por complementarse perfectamente, hombre y mujer forman el yin y el yang. Muestro una pareja de las de ahora, donde hay un reparto de tareas, él limpia la casa y cuida de Adam y ella va a trabajar. Es una pareja que está formándose, consolidándose y a pesar de su idealismo tiene que trabajar para vivir. De este modo me he sentido conectada a mi generación, algo que conozco, que vivo a diario. Aunque se pueda considerar en cierto modo una película autobiográfica, porque Jérémie y yo tuvimos un hijo enfermo, para nada relata nuestra historia.
-¿Cómo logra transmitir esa emoción intima y visceral del drama vivido a una película con la que todo el mundo se puede identificar?
-Esa es para mí la magia del cine, parto de mi historia pero con una vuelta atrás cuento algo universal: la relación con la educación, el ser padres y lo que es enfrentarse a lo peor que puede pasar, tener un hijo enfermo que sabes que puede morir, en resumidas cuentas es la vida. Fue Jérémie el que consiguió describir de forma maravillosa el objetivo de DECLARACIÓN DE GUERRA, es coger una vivencia triste y convertirla en algo positivo. Era una idea que a la que llevaba dándole vueltas mucho tiempo dentro de mí, y que al final tuvo su momento.
-¿Por qué sus personajes nunca se autocompadecen?
-Pues porque no tienen tiempo de hacer, otras muchas cosas reclaman toda su atención. La pareja Roméo – Juliette, son una máquina de guerra, con un claro objetivo que contribuye a darles fuerzas para seguir enfrentándose al cáncer, una enfermedad que evoluciona a cada segundo que pasa, es como un alienígena hecho por nosotros mismos, que sin saber por qué, acaba volviéndose loca. Y ante semejante prueba, a los personajes no les queda otra que demostrar su coraje, dar lo mejor de sí. Incluso la madre de Juliette, que es un personaje bastante toxico, acaba por demostrar su grandeza. Creo que la meta que tenia de realizar una película idealista y esperanzadora se ha cumplido.
-Sus personajes tienen nombres de resonancia universal, Roméo, Juliette, Adam, son nombres míticos.
-Al comienzo no sabíamos que nombres dar a la pareja protagonista, pero si teníamos claro que ambos nombres tenían que tener una especial relevancia y que además los tenían que identificar como pareja. Por eso, cuando Jérémie me propuso “Que tal Roméo y Juliette”, yo le dije “De acuerdo, pero habrá que interpretarlos con todas las consecuencias”. De ahí que cuando se conocen una fiesta y averiguan sus nombres, se planteen si les aguarda un trágico destino. En el caso de Adam, buscaba un nombre universal, y dado que es el nombre del primer hombre, me pareció acertado y además suena muy bien. Era uno de los nombres más importantes de la película, puesto que es el que más se repite.
-El hospital es una parte importante de la película, está muy presente a lo largo de la historia.
-Dado que quería hacer una película lo más real posible, no quise que esas escenas se rodasen en un plató, sino en un hospital de verdad. Tampoco quería figurantes, prefería al personal sanitario del centro, así que contactamos con varios hospitales para explicarles lo que íbamos a hacer y no hubo problemas.
-¿Cómo logró convencer al personal sanitario para que este apoyase su proyecto?
-En primer lugar, gran parte del personal nos recordaba, puesto que pasamos mucho tiempo allí, y dado que nuestro hijo se curó, también se acordaban de él. Decidimos ponernos en contacto con ellos y mandarles el guión, explicándoles lo que pretendía hacer. Lo cierto es que apenas si tuvimos que retocar algún decorado, salvo el piso en obras y el apartamento de Roméo y Juliette que aparece al principio. Personalmente, prefiero trabajar con cosas reales y adaptarme a lo que tengo a mano.
-¿Cómo es rodar en un hospital?
-Tuvimos que llevar a cabo una preparación previa bastante minuciosa, buscando los lugares mejor iluminados del Instituto Gustave Roussy. Aunque ya sabíamos dónde íbamos a rodar, también tuvimos que hacer frente a algún que otro imprevisto, pero nada del otro mundo. Sin embargo, cuando tocó rodar en el hospital Necker, el plan de trabajo se elaboraba el mismo día, en función de las urgencias. Por encima de todo, queríamos ser discretos y por eso rodamos con una cámara fotográfica.
-¿Una cámara fotográfica?
-Prácticamente todo el film se ha rodado con una Canon y con luz natural. No hay nada mejor que una cámara de fotos que además filma, nadie piensa que estad rodando una película. Para lograr el mejor rendimiento solo tuvimos que planificar la puesta en escena, y aunque quería grabar con cámara en mano, al final optamos por el trípode. Tan solo los últimos planos del final fueron rodados en 35 mm, ya que son los únicos a cámara lenta y estaba empeñada en que salieran perfectos, y eso es complicado de conseguir con una cámara fotográfica.
-El sonido también está enfocado a mantener la película vinculada con la realidad, ¿no?
-Si, por eso es sonido en director, de ahí que durante el proceso de mezclas se tuviese tanto cuidado para no “limpiarlo” demasiado, ya que queríamos mantener el lado minimalista de la cinta, así como sus asperezas. Aunque hay algunos momentos musicales en estéreo, la mayor parte del sonido es mono, para que el espectador este más pendiente de la historia.
-La voz en off que escuchamos a lo largo de la película pertenece a más de un narrador, ¿cierto?
-Correcto, hay un hombre y dos mujeres. El hombre es Phillipe Barrassat. La primera narradora es la montadora de la cinta, Pauline Gaillard, y todo surgió de la falta de una voz en off, así que recurrimos a ella y grabó de forma provisional en la sala de montaje. Al escucharla, se me ocurrió que quedaría mucho mejor con una voz más en off y por eso elegimos a Valentine Catzéflis, que tenía un pequeño papel que al final quitamos, pero su voz sublime nos sirvió de mucho.
-En ningún momento parece plantearse si hay demasiada música, demasiados sentimientos…
-He preferido dejarme llevar por mi intuición, porque para mí, hacer cine es una diversión, jugar a crear algo. Puede ser difícil, e incluso angustioso en determinados momentos, pero no es nada grave, siempre me lo paso bien y puedo hacer lo que me apetezca. Creo que al haber sido actriz antes que realizadora me siento más conectada con el lado lúdico de la profesión.
-¿Podría ser esa la explicación para las apariciones mágicas que tienen lugar durante la cena de Nochebuena?
-Me encantan todas esas cosas, dar una simple palmada y que por arte de magia aparezca un árbol de Navidad. A la próxima puede que ruede con una varita mágica, porque como decía alguien que ahora mismo no recuerdo: “El cine es más alegre que la vida”.
-¿Cómo logró dosificar los distintos saltos de humor y los diversos tonos de este?
-Estábamos ante un material que no era fácil de domar, y fue muy complicado el montaje. Al final fue más cosa del instinto y de conseguir una dosificación sutil, casi como hacer encaje de bolillos. Era suficiente una escena o un plano para dar al traste con todo. La película tenía mucha fuerza, pero conseguir el equilibrio fue verdaderamente una tarea delicada, porque importante integrar escenas divertidas, que a la vez mantuviesen la tensión del relato. Por eso le agradezco a Pauline Gaillard su trabajado de montadora, porque gracias a su inteligencia el proyecto ha salido perfecto.
-La cinta busca mantener el suspense de las situaciones que se viven cada día, pero al ser un flash-back, ya sabemos que al final que Adam se salva.
-Siento que si hubiésemos mantenidos el suspense sobre la curación de Adam, habría sido como si secuestrásemos al espectador. El publico tenía que saber que el niño saldría adelante, era suficiente con que no supiesen lo que pasaba antes, porque la verdadera historia que quiero contar es la de pareja.
-¿Por qué finalmente se decantó por interpretar su propia historia junto a Jérémie Elkaïm?
-Al principio no me apetecía para nada dar vida a Juliette, porque era un personaje muy cercano y emocional. Me preocupaba ser mala actriz y algo impúdica al mismo tiempo. Por el contrario, no tenía ningún problema en que Jérémie encarnase a Roméo, y eso que también era un papel muy próximo a él, pero dado que lo iba a dirigir yo misma y es un gran actor… La duda era a quien ponía delante suyo, sin duda una difícil decisión, que me llevó a estar a punto de sacarle de la película, pero como al final no encontraba a nadie, decidí arriesgarme con el papel de Juliette.
-¿Qué puede decirnos sobre el resto del reparto?
-Bueno, en cuanto al personal del hospital, está compuesto tanto por actores como por médicos y enfermeras reales, es el caso de la Dra. Kalifa. También le rogué al profesor Sainte-Rose que se interpretara a sí mismo, pero me confesó que era un actor terrible, y muy amablemente nos cedió su bata, su despacho y hasta a su secretaria. En cuanto a los actores secundarios, quería que fuesen sobre todo buenos en su papel, pero que no fuesen demasiado conocidos.