«Es un error extremadamente común: La gente cree que la imaginación del escritor siempre trabaja, que inventa constantemente una infinidad de incidentes y episodios, que simplemente sueña sus historias de la nada. La realidad es que sucede lo contrario. Cuando el público sabe que eres escritor ellos te proporcionan personajes y hechos. Siempre que conserves la capacidad de observar y escuchar con atención, las historias continuarán.»
La arrogancia es sólo una expresión del miedo. La gente teme no obtener lo que desea. Las personas más temibles y poco atractivas… sólo necesitan que las amen… y se abrirán como una flor. Me recuerda un verso: “El pintor tocó el rostro incipiente con ligeras pinceladas y con el rubor del primer color dio vida a su mejilla inerte”.
– ¿Te casas conmigo?
– Sí.
«No poseíamos ni 50 klubecks entre los dos. Nadie lo sabía, pero, ¿a quién le habría importado? Ambos estábamos completamente solos en el mundo y estábamos profundamente enamorados.»
«Aún hay vagos destellos de civilidad en este matadero salvaje que alguna vez fue la humanidad».
«Y así mi vida comenzó con el entrenamiento como conserje bajo el mando estricto de M. Gustave H. Muchos de los clientes más valiosos y distinguidos del hotel venían por él. Me convertí en su alumno y él iba a ser mi consejero y guardián. También así fue como conocí a Agatha».
«A aquel que con frecuencia ha contado las historias de otros, muchas historias se le contarán».
«¿Qué es un botones? Es completamente invisible y, a la vez, siempre está a la vista. Recuerda lo que la gente detesta. Se anticipa a las necesidades de sus clientes antes de que sean necesidades. Un botones es, ante todo, discreto en extremo. Nuestros huéspedes saben que sus secretos, algunos francamente indecorosos, nos acompañarán a la tumba.»
– ¿Qué sucedió?
– Lo que sucedió, querido Zero, es que le di una paliza a un enano llorón llamando Pinky Bandinski que osó
cuestionar mi virilidad, porque de las novelas rosa hemos aprendido que en un lugar así nunca debes ser una gallina. Debes ganarte tu lugar desde el primer día, ganarte su respeto. Debiste ver cómo estaba la cara de él esta mañana. De hecho, nos hicimos buenos amigos. Ya lo conocerás, espero».
– Ha comenzado el principio del fin, del fin del principio. Un final triste, desafinado, en un piano maltrecho de cantina en las afueras de un pueblo fantasma abandonado. Prefiero no ser testigo de tal blasfemia.
– Yo también.
– El Gran Budapest se ha convertido en cuartel. Jamás en mi vida volveré a cruzar ese umbral.
– Ni yo.
– Jamás volveré a…
– Es posible que entremos ahora mismo.
«Zero me preguntó sobre mis orígenes humildes en el negocio hotelero. Por un tiempo se me consideró el mejor botones que el Gran Budapest hubiera tenido. Creo que puedo decirlo. Este al fin me superó. Aunque, debo decir, tuvo un maestro excepcional.»
– ¿Es su única conexión con ese mundo que ha desaparecido el mundo de él, por así decirlo?
– ¿El mundo de él? No, no lo creo.
– Verá, compartíamos una vocación. No habría sido necesario. No. Conservo el hotel por Agatha. Aquí fuimos felices. Por un breve tiempo. Para serle franco, creo que su mundo había desaparecido mucho antes de que él llegara. Pero le diré: Ciertamente sostuvo la ilusión con una gracia sorprendente.
«¿De dónde salieron estos hermanos celestiales unidos, por un instante al cruzar la estratósfera de nuestra ventana estrellada?» «Uno del Este y el otro del Oeste».
– Era dinamita en la cama, por cierto.
– Tenía 84 años, Monsieur Gustave.
– He estado con mayores. Cuando eres joven, todo son filetes pero con el tiempo debes pasar a los cortes más baratos. Por mí está bien, porque me gustan. Gallina vieja hace buen caldo, dicen.
«Debo decir que la chica me parece encantadora. Plana como una tabla, con un lunar en forma de México que cubre su cara, sudando durante horas en la cocina mientras Mendl, ese genio se cierne sobre ella como un gorila enorme. Y sin embargo, sin duda, siempre e invariablemente, es extremadamente encantadora. ¿Por qué? Por su pureza».
«Cuando el destino de una gran fortuna está en juego, la codicia corre por las venas de los hombres como veneno. Tíos, sobrinos, primos familia política con lazos cada vez más dudosos. Los parientes más lejanos de la anciana habían aparecido de la nada.»