La película se estrenó ayer 7 de Agosto en nuestro país distribuida por Golem Distribución y en este reportaje conoceremos todos los detalles del debut como director del dramaturgo Israel Horovitz con esta comedia dramática protagonizada por Kevin Kline y Maggie Smith.
Antes de que esta comedia, Mi casa en París se convirtiera en película, esta historia se convirtió en una exitosa obra de teatro, que fue estrenada en el Promenade Theater de Nueva York en octubre del año 2002, y tras esta le llegaron las diferentes versiones en ciudades como Alemania, Rusia, Francia, España. Y tanto la obra de teatro como esta película están basadas en la compra por «viager», que es algo totalmente legal en Francia y que tiene tanto sus pros como sus contras. En la que el comprador paga una cantidad mensual a su vendedor (la que suele ser bastante elevada), para así quedarse con la propiedad después del fallecimiento de su vendedor. Este es un buen sistema para las personas que realizan dicha transacción: ya que el vendedor tiene una renta mensual asegurada, y aunque el comprador se arriesga a que el vendedor no fallezca pronto, no suele salir mal parado con su adquisición. Pero los perdedores en ambos casos son los herederos de ambas partes, si es que los hay. Por un lado, serían los hijos del vendedor que se quedan sin herencia y, por el otro lado, los hijos del comprador, si este ha fallecido antes que el vendedor, deberán de seguir pagando este alquiler si no quieren perder dicha propiedad.
Y en toda esta transacción es donde aparece Mathias Gold, un desventurado neoyorquino sin hijos, sin esposa y sin un céntimo, que ha dedicado la mayoría de sus sesenta años alimentando un profundo resentimiento hacia su padre, un hombre de negocios con el que apenas tenía contacto. Y es cuando Mathias hereda un piso en París del que se quiere deshacer lo antes posible, ya que este inmueble le recuerda los frecuentes viajes de su padre a la ciudad de la luz, algo que su madre no era capaz de soportar.
Así que su director, Israel Horovitz decidió simplificar y ampliar algunos aspectos de esta historia para ser capaz de llevarla a la gran pantalla. En la que Mathilde (la vendedora) pasó a ser una inglesa afincada en Francia, y así eliminaba cualquier barrera lingüística y el concepto de «viager» seguía preservando un lugar predominante en la historia. Que según explica el propio director esta «Es una extraña costumbre francesa” y según reconoce, Francia es el único país donde es habitual esta practica. Además añade que “Siempre pensé que debía de haber un estadounidense metido en esto porque es un concepto absolutamente ajeno a la mentalidad norteamericana: pagar una entrada y un alquiler (ya que en algunos casos, eran precios desorbitados) con la esperanza de que alguien se muera pronto».
Tanto es que, Israel Horovitz también amplió el escenario en el que se basa esta obra aportando una visión mayor y más cinematográfica de una ciudad como lo es París. Porque según explica su decisión el director era por que en la obra de teatro “Hay tres actores en una estancia.” Y decidió ampliar el escenario porque el decorado no fuese demasiado escaso, “sino porque me pareció que usar París como telón de fondo añadiría otra dimensión a esta historia.” Horovitz conoce bastante bien la capital francesa, ya que esta ciudad la descubrió a los veinte y pocos años, cuando era estudiante de Arte Dramático en Londres, y donde fue el primer estadounidense escogido como dramaturgo residente de la Royal Shakespeare Company. Así que viajó a París junto a su esposa y su hija Rachael, de solo unos meses, para ir a ver a sus padres, que se encontraban de vacaciones. Y una vez en la ciudad, este se enamoró perdidamente de la ciudad. Ya que, en cuanto puso los pies en París, “hice todo lo que hace cualquier estadounidense que se precie”, nos recuerda el director sonriendo. Y allí fue donde el director encontró la librería de Sylvia Beach, visito el Café de Flore y a Les Deux Magots, allí “vi a Simone de Beauvoir sentada mientras escribía sola en una mesa de la terraza, y le sonreí y esta me devolvió la sonrisa.” El director recuerda que, ¡se atrevió a flirtear con Simone de Beauvoir nada llegar a París! Y es que después de cinco décadas de enamoramiento, Horovitz decidió escribir una obra de teatro en honor a París que culminó en la producción Off-Broadway “My Old Lady”, que contaba con Siân Phillips en el papel de Mathilde, Peter Friedman como Mathias y Jan Maxwell como Chloé. Y unos años después, esta obra se convirtió en un guión cinematográfico.
La actriz Maggie Smith fue la primera que se comprometió oficialmente a rodar esta versión cinematográfica, en la que daría vida a la anciana Mathilde Girard. Así que el director se desplazó hasta Londres para hablar con la veterana actriz sobre cine y teatro, y la actriz aceptó este papel entre los otros 25 guiones que tenía en aquel momento sobre la mesa. El director recuerda que la actriz le dijo, riendo, que este era el único guión en el que su personaje no moría al final, y añade que: “esta es la primera vez que Maggie no lleva peluca en una película”. Tanto es así que la actriz apenas usa maquillaje en Mi Casa en París, ya que el director quería que el personaje de Mathilde “fuera real, que no hubiera nada entre el espectador y ella”.
ASÍ FUE CÓMO SURGIÓ MI CASA EN PARÍS
Tras encontrar a la veterana actriz el director comenta que “Maggie no se acerca a los noventa años ni por asomo”, pero la actriz debía de actuar como si los tuviera, ya que el director no quería que esta resultara artificial, ya que no habría sido creíble. Y tal y como añade, sobre este hecho “Lo entendió perfectamente, y esta aceptó que la maquillaran lo más mínimo posible y a no llevar peluca, su interpretación es perfecta”.
A todo esto, la productora Rachael Horovitz, la propia hija del director, añade que: “Era sensacional verla transformarse sin peluca ni ayudas”, ya que la actriz usaba únicamente sus dotes de interpretación para aparentar muchos más años de los que tiene en realidad.
Otro de los protagonistas es, otro veterano tras su considerable número de películas y obras de teatro en las que ha participado, el actor Kevin Kline, ganador de un Oscar por su interpretación en Un pez llamado Wanda (1988), se convirtió en el actor ideal para interpretar el papel de Mathias Gold, el protagonista de Nueva York de mediana edad, algo inepto y que se encuentra perdido, que ha viajado hasta París convencido de que la venta del inmueble heredado le salvará la vida, pero que este no tardará en descubrir que las leyes inmobiliarias difieren de un país a otro. El actor que ya se había medio comprometido a interpretar a Mathias mientras ayudaba a su colega Israel Horovitz a desarrollarlo para la gran pantalla y también porque, el director le dijo que “puede ser que, como actor, sea la última vez que acabe con la chica de la película”.
Kline aporta con su don para la comedia natural, su dignidad en los momentos más serios y su talento musical, apoyados en un sinfín de papeles protagonistas en películas como La decisión de Sophie y Reencuentro. Ya que según dice Horovitz, sobre el actor “Kevin es un actor maravillosamente instintivo”. Ya que según el director el actor cuenta con la curiosa habilidad de ofrecer diversas variaciones de una misma escena; más ligera, más seria, pero siempre lo más sincera posible. Y añade que “es un estupendo actor”, ya que cuando se encontraban en la sala de montaje contaba con todo lo necesario para captar la interpretación ta tragicómica necesaria para esta película.
Y con Smith y Kline a bordo de este proyecto, los productores mandaron el guión a Kristin Scott Thomas, la que aceptó inmediatamente para interpretar a Chloé, la combatiente hija de Mathilde. La actriz ya había coincidido con Kevin Kline en el 2001 para La casa de mi vida, y con Maggie Smith en Gosford Park (2001) y en Secretos de familia (2005), donde ya habían interpretado el dúo madre e hija, así que todo parecía quedar entre familia. Otra de las diferencias que podemos encontrar entre esta versión cinematográfica y la teatral es que, según destaca Israel Horovitz, es el papel de Chloé, que en esta ocasión tiene mucha más presencia como enemiga jurada que termina en amante. El director confiesa que siempre había pensado que su obra “My Old Lady” “se centraba en Mathias y en su historia con una mujer mayor, pero en realidad se trata de la historia de dos personas destruidas por una misma historia de amor”. Ya que según asegura el realizador es que estos dos nunca encontrarán a nadie que pueda entender mejor lo que les pasó.
Y para lograr dar una mayor presencia al personaje de Chloé y sacar esta historia de entre las cuatro paredes del piso, el realizador optó por un amante para Chloé, y este sería un hombre casado y con hijos, esto podrá serle útil a Mathias cuando se lance por el sendero de “todo vale” para recuperar el piso. El director explica que “Kristin está deslumbrante en su papel”. Y que si esta no hubiera sabido manejar la ira neurótica de Chloé, “habría sido imposible creer que tuviera a diez hombres rendidos a sus pies”. Y esto complicó el hecho de “encontrar al hombre ideal para el papel del amante”, ya que si hubiera escogido a alguien apuesto, con un físico atlético, esto podía haber dado una definición equivocada de Chloé al público.
Pero para los actores de reparto, Israel Horovitz se decidió por usar a conocidos actores franceses, como Dominique Pinon que interpretaría a Lefevbre, el agente de la inmobiliaria que familiariza a Mathias con la complicación del sistema «viager». Y es que este actor ha trabajado en películas del calibre de La diva (1982), de Jean-Jacques Beineix, y en distintas ocasiones con Jean-Pierre Jeunet, Amélie (1999) y Largo domingo de noviazgo (2004), entre otras. Y es que tanto “Kevin, Maggie, Kristin, Dominique y yo procedemos del teatro, y todos somos unos adictos al trabajo y nos comunicamos con mucha facilidad en el plató”, según explica Israel Horovitz. Y también podemos encontrar a la guionista, directora y actriz Noémie Lvovsky, la que tiene un pequeño papel como la doctora de Mathilde Girard; o el actor y director Stéphane Freiss, conocido por su trabajo en la taquillera Bienvenidos al Norte (2008), que interpreta al codicioso hombre de negocios François Roy, decidido a hacerse con el piso para convertirlo en un hotel, y también a Stéphane De Groodt, un habitual de la pequeña pantalla, es el mencionado amante casado de Chloé.
El rodaje de Mi Casa en París tiene lugar en la Manufacture des Gobelins de París, una antigua fábrica de tapices que fue fundada en el siglo XVII. Y parte de este edificio, del que se ocupa el Ministerio de Cultura francés, está dividido en diferentes pisos reservados para altos funcionarios. Y al no haber una gran demanda de tapices en la actualidad, algunas zonas de este enorme edificio se emplean como plató de cine o de televisión. Y para esta ocasión sirvió de doble para el turístico y bullicioso barrio Le Marais, donde residen la madre e hija, ya que tenían en cuenta las estrechas calles de este barrio y el intenso tráfico, y es que Israel Horovitz y su equipo no dudaron en rodar en Les Gobelins, donde el equipo del director artístico Pierre-François Limbosch fueron capaces de crear la magnífica residencia de Mathilde y Chloe que da a un precioso jardín. Y es que “rodamos casi toda la película dentro del edificio”, según detalla el director. Ya que “durante muchos años, la Manufacture fue un pueblo dentro de una ciudad donde llegaron a residir unas mil personas”. Y el equipo pudo aparcar los camiones dentro de la zona y rodar con total tranquilidad, lo que jamás habría sido posible en Le Marais. Y es que como bien explica el director, “encontramos el piso perfecto”, ya que contaba con parqués que crujían y un aire general de deterioro nos permitió rodar la película, fue como contar con un estudio solo para ellos.
Aunque Mi Casa en París es el primer largometraje de Israel Horovitz como director, el dramaturgo está familiarizado con la industria cinematográfica después de haber escrito el guión de Fresas y sangre (1970), que obtuvo el Premio del Jurado en el Festival de Cannes. Y en el año 1999 colaboró con István Szabó en el guión del drama histórico Sunshine, película por la que ambos compartieron el Premio del Cine Europeo al Mejor Guión. También, es el autor del telefilm «James Dean», que está dirigido por Mark Rydell, y se basa en la vida del actor y fue nominado en 2001 a un Emmy y a un Globo de Oro. Hasta la fecha este dramaturgo había preferido no dirigir una película, pero después de sus frecuentes viajes a París para supervisar la tarea de producción de sus obras teatrales, decidió que era el momento de transformar la obra “My Old Lady” en un película.
Así que el rodaje de Mi Casa en París tuvo lugar en la capital francesa durante 24 días en el otoño de 2013. Con lo que los productores Rachael Horovitz y Gary Foster, ambos con un extenso currículo se querían perder la oportunidad de trabajar en el debut como realizador de Israel Horovitz. Según dice el productor Gary Foster sobre el director “Israel acaba de cumplir 75 años, pero este tiene la energía y la capacidad de un hombre de 35 años”, y es que el productor detalla que trabajando con algunos directores más jóvenes se ha tenido que preocupar mucho más.
La productora Rachael Horovitz ha reconocido que el reparto protagonista fue una de las razones por la que quiso producir esta película, además de que esta era la ocasión de trabajar junto a su padre, al que describe como “uno de los directores más preparado con el que he trabajado hasta el momento”. Y Rachael destaca su profesionalidad, sentido del humor y paciencia, a pesar de la presión, y es que esta película “es humana y sincera gracias a eso”. Y añade de que “siempre trabajar con alguien de la familia es un placer porque la comunicación es mucho más sencilla y directa”. Hecho que admira Barry Foster de Israel Horovitz de que dota su profesión de humanismo y su profunda comprensión de la naturaleza y de los conflictos humanos, ya que esta pèlícula según el productor “gira en torno a la familia y a cómo nos enfrentamos a las dificultades que surgen en el camino, todos tenemos secretos”. Y Mi Casa en París nos muestra que las personas con secretos acaban revelándose emocionalmente para buscar la verdad e Israel es capaz de plasmar todo esto en la pantalla de una forma ta orgánica y con una enorme sinceridad. Pero es que “gran parte de esta película depende de la labor de sus actores en escenas muy dialogadas en habitaciones no muy grandes con poca acción y ningún efecto”. En la que hay que creerse a los personajes e Israel tiene un don especial para que el espectador se convierta en un observador invisible, mientras otros nos revelan los secretos de la familia. A Israel “no le asusta el sentimentalismo ni las emociones, lo que me parece muy valioso por su parte», argumenta Foster.
Algunas imágenes de esta película para finalizar.
Click para ampliar