¡Ya llegó a los cines el nuevo episodio del fenómenos de masas de Star Wars: Episodio 8 Los Últimos Jedi! Y en este nuevo episodio encontramos un desafío especial e inherente en la elaboración de esta historia que forma parte de una trilogía. Como secuela directa, su trabajo consiste en adoptar ciertos hilos argumentales de su predecesora y teje sobre esta una narración única e independiente. Pero como bien sabremos, también está destinada a evitar ciertas conclusiones relacionadas con su trama principal y mantener abiertas las puertas de forma específica para que puedan concluirse en el episodio final. Para ser sincero, esto no es algo nuevo, ha acompañado a la saga de Star Wars, desde 1980 con El Imperio Contraataca. A pesar haberse convertido en una de las más icónicas de la saga, y por mucho que forme parte de un marco mayor, esta cinta es más conocida por que mueve las piezas sobre un tablero de ajedrez que por contar una historia completa.
Con todo esto en nuestra mente nos lanzamos de pleno con Los Últimos Jedi escrita y dirigida por Rian Johnson, la secuela de la cinta de J.J. Abrams, El despertar de la fuerza, diseñada expresamente para ser estrenada dos años antes del último Episodio IX en 2019. Con lo que dentro de un esquema general, una vez vista, salimos del cine planteándonos como se abordarán ciertos temas o que ocurrirá en ese Episodio y cuáles se guardarán para el seguimiento previsto con la saga en el futuro. Este episodio juega con una baza muy importante, con la nostalgia, generando sobre su historia cierto amor por las películas en las que se inspira … pero al ver la película, reconoces que esta supera tus expectativas.
Es aquí donde Los últimos jedi nunca se apoya por completo en esos giros anticipados y se impulsa indiferentemente en su propia historia, alejándose hacía una película completamente diferente a lo que te puedes esperar, como ya pasó con la anterior, siguiendo el nuevo canon de Disney. Con lo que cada vez que crees que sabes lo que va a suceder la película encuentra una nueva vía para cambiar el ritmo y el rumbo de esta, y durante este proceso, ambos puntos se mueven rápidamente y construyen personajes de manera muy fascinante. Como bien dice Luke Skywalker, la película no va de lo que tu crees.
Además esta película tampoco es muy sutil sobre su conciencia, ya que sólo con su línea de tiempo, Star Wars: Los últimos jedi rompe con la tradición, ya que se convierte así en la primera secuela que surge inmediatamente después de la historia anterior. Incluso nos ofrece momentos inesperados como la primera reacción de Luke después de encontrar su sable de luz perdido, de forma que desafía todas las predicciones posibles. Mosntrando así momentos de que el universo no es blanco (jedi) y negro (sith), y que solo porque piensas que sabes lo que va a suceder porque toda apunta a una dirección en concreto…
Sin profundizar en los detalles de la trama esta película encontramos un gran número de subtramas que mantienen a los personajes principales activos a lo largo de un desarrollo muy, metido a calzador en algunos momentos. Sin duda alguna lo mejor de esta entrega es el personaje de Rey, con Daisy Ridley, un ser emotivo y poderoso que será quien centre la mayor parte de este episodio. Junto con Luke Skywalker (Mark Hamill) que no solo explora su conexión personal y poderosa con La Fuerza, también seremos capaces de entender lo que ocurrió realmente entre el poderoso y legendario Maestro Jedi y su último alumno, el joven Ben Solo, Kylo Ren (Adam Driver). Mientras tanto, Poe Dameron, (Oscar Isaac), se encuentra ante un conflicto importante y sorprendente dentro del mando de la Resistencia, con su actitud de héroe, sólo le lleva a enfrentarse con la General Leia Organa (Carrie Fisher), y con la Almirante Holdo (Laura Dern). En ambos casos, encontramos unos arcos argumentales muy naturales y sencillos que hacen un trabajo fantástico, tanto como para avanzar en la historia principal como para entender las percepciones emtre héroes y villanos.
Sin embargo, no todo es genial, ya que Los Últimos Jedi nos ofrece un punto débil, en concreto a la historia paralela que tiene lugar entre Finn (John Boyega) y la reciente Rose Tico (Kelly Marie Tran). Después de un encuentro divertido entre estos dos personajes, encontraremos como a estos dos personajes se les da una especial misión, encontrar a descifrador de códigos que pueda ayudar a la Resistencia en la batalla contra la Primera Orden. Pero naturalmente esta historia nunca llega a encontrar su sitio en la trama de esta película. Tal vez se presente para entretenernos con otros temas más amplios de la película, ofreciéndonos así momentos que nos hacen desconectar de la trama principal (especialmente durante el segundo acto).
Sin duda alguna a pesar de contar con un material sólido, cada miembro del elenco de Los Últimos Jedi nos muestran momentos muy dignos de esta icónica franquicia, recibiendo así una mención especial a Mark Hamill. El Despertar de la Fuerza fue parcialmente construido para mostranos un desenlace para Han Solo (Harrison Ford), y esta nueva película sirve de la misma manera Luke Skywalker: recordándonos al público todo lo que amamos de él y al mismo tiempo desafiar nuestra percepción principal. Luke parte así con una ventaja mucho más dura como lo recordamos en el Retorno del Jedi ya que su relación con Rey a veces es muy tosca, pero Hamill consigue recuperar el espíritu del legendario héroe, y es algo extraordinario de verlo en pantalla. Una vez más, posiblemente no es lo que esperabas encontrarte, pero este puede que sea su puente fuerte, haciendo que Los Últimos Jedi sea mejor.
Antes de finalizar quería hacer mención sobre la labor en la banda sonora de esta película, destacar, sin duda alguna el trabajo realizado por el compositor y director John Williams que sigue a pie de cañón y vuelve en esta nueva entrega después de 30 años, que es capaz de mostrarnos sin duda momentos muy heroícos y también otros muy emotivos, pero al igual que pasa con la historia, este recurre a temas significativos de la historia original para rememorar ciertos momentos, sin buscar piezas o temas nuevo que sorprendan al público, o ¿no?.