El pasado 18 de febrero la directora gallega Diana Toucedo estrenó en la Berlinale su debut o ópera prima, «Trinta Lumes» (Treinta fuegos), una obra que mezcla el cine documental y el cine de ficción, que tiene lugar en una aldea recóndita de Galicia en la que «la vida no termina, sino que se transforma en otra cosa».
Todo gira en relación sobre la dualidad de la vida y la muerte, entre los vivos y los muertos, en la que la delgada línea que los separa la difumina. Toucedo es una directora que ha participado en otras obras como montadora como, «O quinto evanxeo de Gaspar Hauser» (Alberto Gracia, 2013), cinta reconocida por el movimiento underground gallego, o el corto premiado en el Festival de Cannes «Los desheredados» (Laura Ferrés,2017) y varios cortometrajes como «Ser de luz» (2009), «Homes» (2016) o «Corpo preto» (2016).
Pero Trinta lumes, es su primer largometraje y fue la cinta inaugural en la pasada 22ª edición del Festival de Ourense, que tuvo lugar el pasado mes de Octubre de 2017. Y es que la propia directora ha reconocido que esta cinta tiene lugar debido a que en ciertas zonas Gallegas «existe la creencia de que la muerte no es el final, sino que supone una transformación». Fascinada con esa idea desde pequeña, la realizadora le interesaba como por el simple hecho de que la muerte sea entendida como algo «dramático», sobre todo si es alguien cercano «su ausencia es para siempre», pero existe esta creencia de que los muertos siempre están presentes.
Con lo que Trinta Lumes acompaña a los habitantes de una desconocida aldea situada en medio de la sierra de O Courel (Lugo) en sus quehaceres diarias, preparar la comida, recolectar frutos o cazando jabalíes, pero al mismo tiempo capta lo imperceptible para nuestro ojo humano y la directora pretende que no sea «artificial».
La cinta esta relatada por una voz en off, protagonizada por Alba, que nos adentra en este mundo con unas difuminadas fronteras entre la realidad y la ficción, explorando el «otro lado».
Este proyecto cinematográfico empezó como un trabajo de investigación de dos años en los que la directora estuvo visitando cada pueblo, conociendo sus gentes, comprender y conocer sus tradiciones orales para, en ese justo momento, comenzar a desarrollar la película.