Encuentro con el Premio Un Futuro de Cine, Daniel Grao

El pasado 24 de junio, motivado por el Festival Internacional de Cine de Valencia, Cinema Jove, se produjo un encuentro en el Lounge Bar del Hotel Astoria a las 18:00 al que asistieron como invitados el actor Daniel Grao y el director Jorge TorregrossaAmbos cuentan con una gran trayectoria televisiva y han trabajado juntos en la serie Sin Identidad, así como en la película Fin (2012), el primer largometraje de Torregrossa, bastante comentada durante la reunión, que fue moderada por Jorge Castillejo.

Sin embargo, el protagonista de la reunión fue el actor, ‘el nuevo chico Almodóvar’, que iba a recibir ese mismo día en el Teatro Principal a las 22:00 el premio Un futuro de Cine, el cual había sido otorgado a la actriz Ingrid García-Jonsson, con la que había coincidido en la película Acantilado, la semana anterior. Para romper el hielo, Jorge Castillejo empezó comentando la formación televisiva de Daniel Grao en diversas series españolas, su actuación en la obra teatral La piedra oscura, y el hecho de que hasta la fecha hubiera hecho menos cine en comparación, aunque desde su trabajo en Julieta, que le llevó hasta el Festival de Cannes, esto está dando la vuelta.

Tras esto, comenzaron las preguntas, tanto del moderador como del público, ante las cuales ambos se mostraron muy receptivos.

¿Cómo te sientes al afrontar papeles para los que no parecías a lo mejor la persona adecuada en un primer momento?

Daniel: Me apetece. La dificultad es un reto, tirar de naturalidad a la hora de actuar es sencillo. Cuando intentas algo que no parecía posible y lo consigues es bueno, así que casi siempre que algo me da miedo digo que sí. Si te dedicas a esto para estar sobre seguro, es mejor hacer otra cosa.

¿Cine, televisión o teatro? ¿Con qué medio te identificas, cuál es más difícil?

Daniel: El medio me da igual. Por azar empecé en televisión, no lo decidí, las, pero con la cámara es más natural en mi caso. La primera vez que hice teatro, en La avería expresionista, dudé. No solo por el cambio, sino por los compañeros bestiales que me iban a rodear. Al final, lo acabé disfrutando y lo agradezco. Empezar así fue como empezar con lo difícil.

¿Qué diferencias encuentras entre La avería expresionista y La piedra oscura?

Daniel-Grao_teatro

Daniel: En La piedra oscura la entrega emocional es tremenda. El personaje sufre emocionalmente varios derrumbes, y no los puedes fingir. Me refiero a que mi obsesión con la interpretación es la verdad, tienes que romperte o no romperte. Yo al principio dudé de si sería capaz de romperme en cada función, con el público delante. Pero por eso parte de nuestra función la hacéis también vosotros, los directores y guionistas. La piedra oscura está tan bien escrita que si eres lo mínimamente valiente como para arrojarte, te lleva. A mí me arrastra cada vez. Uno llega a la función con estados de ánimo distintos, pero si yo me lanzo a esas palabras y las habito, la emoción viene. Viene siempre, de momento sigue viniendo. Llevamos casi dos años de gira, y yo agradezco mucho siempre y no dejó de hacerle saber a Alberto Conejero lo bien escrita que está, porque no tengo que hacer ningún pino puente para ir de una emoción a otra. Es completamente orgánica, y eso demuestra que al final uno pone la cara, pero el trabajo es de un equipo. Mi trabajo también será mejor si lo que digo está bien escrito.

Jorge: Eso que ha dicho Daniel me recuerda a una anécdota de cuando estábamos rodando Fin, él era el protagonista y se enfrentaba a una suma de pérdidas. La película trata sobre la pérdida básicamente y de cómo tratar con la muerte, y tuvimos la suerte de rodar la película en orden cronológico, por lo cual, la suma de experiencias de ir contando en ese orden e ir despidiéndose de compañeros nos ayudó. Pero llegó un momento cuando estábamos rodando la secuencia clave de la película, que era de las últimas escenas en la que se encontraba en el barco a la deriva y en el clímax emocional de su personaje yo le dije: “Yo creo que no tienes que llorar”. El personaje había llorado mucho en la película, y yo pensaba que ya había habido suficiente llanto y que teníamos que contarlo desde otra perspectiva, y entonces hablábamos, hacíamos ensayos y nos pusimos a rodar y se puso a llorar. Entonces yo no corté, rodé la escena al completo, y le dije: “¿Que ha pasado?”, a lo que me respondió: “Es que no puedo evitarlo”. Y tras intentos al final conseguimos que la escena saliera bien y no llorara, cuando llegó la hora del montaje, yo monté la escena en la que el personaje no lloraba y de repente un día, no sé por qué, se me cruzó un cable y dije: “Voy a hacer la prueba de coger la escena que le salió a la primera”, y es la que está en la película. Hay veces que lo emocional va más allá del intelecto y de racionalizar las cosas y a lo mejor aunque te pida una cosa lo que te sale es otra y es la opción más potente, pero desde luego, es un actor que se entrega totalmente.

Fin es una película llena de efectos digitales, ¿es complicado para un actor tener que intentar imaginar algo que no existe?

Daniel: Bueno, una baza importante en nuestro trabajo es imaginar. Igual que imaginas que ha ocurrido una desgracia o que te ha tocado la lotería puedes imaginar una montaña o el mar. De todas formas, yo cuando rodábamos Fin subrayaba lo contrario, porque fue un rodaje de tantos exteriores y de estar realmente en la montaña, en el mar o en la embarcación que aunque luego el paisaje fuera retocado digitalmente, estábamos ahí de verdad. El paisaje y las dificultades geográficas ayudan, porque es en la situación en la que estamos.

Claro, en cuanto al paisaje es cierto, pero parece más complicado interactuar con un perro o con una manada de cabras que no existen, ¿no? Ahí no estamos hablando tanto de un sentimiento, sino de una relación más física.

Daniel: Teníamos ahí ciertas referencias que nos ayudaban. Una de las secuencias más difíciles técnicamente fue la de los perros, pero bueno, sí que teníamos unos perros, lo que pasó es que luego se multiplicaron digitalmente por cientos.

Jorge: Pero al fin y al cabo, el trabajo actoral tiene que ver como decía Dani con la imaginación. Hay muchos ejercicios teatrales que al final tratan de conseguir que el objeto que tú estás utilizando tenga una presencia física, al fin y al cabo es lo mismo. Yo por mi parte intentaba ayudarles, colocando pantallas para que se imaginaran dónde estaban.

Julieta y Acantilado son dos películas distintas, pero los personajes son potentes en ambas. Tienen en común digamos una característica con otras cosas que has hecho. Yo creo que hay una parte de lo que siente y ha vivido el personaje que te la quedas tú y el público no la conoce, ¿no?

Daniel: Si la verdad yo creo que comparte cierta dificultad en el manejo de la comunicación emocional, el tener un secreto, una contradicción y una especie de tormento interno que intentar tapar y disimular. Son proyectos muy distintos pero comparten eso los personajes. Julieta han sido muchas cosas nuevas, trabajar con Almodóvar y El Deseo, que es una maravilla como te cuidan y cómo aman lo que hacen, y más en este país que no es frecuente participar en una producción así, con la que además tienes la oportunidad de viajar. Luego en el concepto de trabajo es como cualquier otro, se trata de contar la historia y aquí sobre todo ha sido importante la relación con el personaje de Adriana, y encontrar ese Xoan honesto y puro, pero quien no deja de ocultar y tiene ciertas dudas con qué va a hacer más daño, si contar todo o guardarse secretos. Me preguntan mucho qué tal rodar con Almodóvar con el entrecejo fruncido y yo me he encontrado con un Almodóvar con mucho sentido del humor, muy brillante, muy juguetón, muy trabajador y me impresiona la capacidad de control que tiene sobre todos los ingredientes de la película, como tiene perfectamente todo en su cabeza, y es insaciable consigo mismo. Entonces, como instrumento parte de esa orquesta que eres, tienes que darlo todo, pero fue una experiencia maravillosa. Con el personaje de Helena en Acantilado, mi personaje es aparentemente seguro pero realmente es todo fachada. Tiene sobre todo esa carencia, de no asumir sus sombras, de esconderlas y ante la situación de la muerte de su hermana, esto le lleva a contactar con aquello de lo que ha estado huyendo.

Julieta. Grao y Ugarte

Julieta. Daniel Grao y Adriana Ugarte

Pero, ¿por lo menos esos secretos los hablas con los directores?

Daniel: Sí, sí. No hay forma sino.

Jorge: La cartografía emocional del personaje tiene que estar clara para nosotros, aunque eso no se cuente.

Daniel: De hecho, en la película de Helena (Acantilado) hay rodadas secuencias en las que se explican más cosas de las que ella luego ha querido poner en el montaje. Al final, tu trabajo es una parte, pero la película se hace en la sala de montaje y ella decide qué información quiere o no quiere dar al espectador. Pero nosotros necesitamos saberlo, aunque no la verbalizamos. En este caso concreto, incluso se verbalizaban ciertas cosas de la historia con mi hermana, pero ella optó porque no se contaran explícitamente.

Pero esto tiene dos caras. Una es que siempre habrá espectadores que les parecerá súper injusto que vosotros sepáis cosas que ellos no, porque sabéis que hay una parte muy amplia del público que le gusta que le den las películas muy masticadas, y saber quién es el bueno y quién es el malo. Pero, por otra parte, la historia que se está contando en la pantalla al final no es una historia vuestra, porque el espectador tiene que llenar a veces en su cabeza esos vacíos y esas incógnitas formando su propia versión de la historia. Lo que hace que deje de ser tan vuestra, de los actores y los directores, para ser del espectador, ¿no?

Jorge: Claro, una vez acabada, la película pertenece al espectador, que hace su propia lectura. Yo por eso pienso que cuanta más participación tienes como lector o espectador, más puedes contribuir y más rica es la experiencia. También es verdad que yo soy un productor de los 70, donde ese tipo de cine abierto, participativo, y sugerente donde las cosas no siempre están contadas era la orden del día. Ahora vivimos en un mundo donde pretendemos que la ficción nos lo de todo masticado. A mí, como espectador, eso me interesa menos, y si piensas en una película maravillosa como por ejemplo Magical Girl donde vas descubriendo el personaje de Bárbara Lennie por lo que te imaginas, y hay un algo oscuro y misterioso, absolutamente atrapante que nunca se cuenta, te das cuenta de que la maravilla de la película tiene que ver con eso. A mí eso me interesa mucho, tanto como espectador como cineasta.

Y, claro, este tipo de personajes que no terminan de contarte nunca lo que les pasa, que tienen un trasfondo, a mí me parece fascinante, y es verdad que a Dani se le dan muy bien.

Esto en televisión se da un poco menos, ¿no?

Jorge: No creas, algunas cosas que se están haciendo en ficción internacional ahora mismo precisamente tienen que ver con un retorno a este tipo de argumentos abiertos. Ya no hablo de Perdidos, sino de series actuales como The Gilfriend Experience o Mr. Robot. Creo que la televisión cada vez es más rica y compleja, que se está llevando en ese sentido.

Por ejemplo en Fin que está basada en un libro, ¿cuándo tienes que prepararte el personaje sólo lees el guion de la película y lo que el director te entrega o también te lees la novela para poder adoptar rasgos del personaje que aunque no se vayan a ver los tenga?

Fin-Lago-Grao-TorregrossaDaniel: Yo suelo preguntarle primero al director, he hecho varias funciones basadas en libros y sólo lo leí en una ocasión antes de rodarlo, porque sí que me ayudaba muchísimo como actor y el guion era muy fiel al libro. Lo hice con Salvador Calvo sobre Mario Conde y Los días de Gloria, estaba basado en su libro y había capítulos que eran como si me estuviese chivando como actor que tenía que estar pensando y al mismo tiempo que tenía que estar actuando, porque lo narraba él así. Hablaba de su pensamiento pero también de cómo él gestualmente lo disimulaba, entonces ahí fue de mucha ayuda para componer el personaje. Fue el único caso, todas las demás, como Palmeras en la nieve, Fin o la serie La sonata del silencio, en estos casos los directores me han dicho de ceñirnos al guion, porque habían cambiado cosas del personaje y no querían que me liase. Pero, al final, la guía para trabajar en el rodaje siempre es el guion y la conversación que tengamos sobre todo lo que no se cuenta en la película, pero que yo sí necesito saber si lo estoy ocultando, si ni siquiera se me pasa por la cabeza, si expreso un deseo… Esa información como actor necesito saberla, y eso o está en el guion o en la conversación con el director.

Por ejemplo, en Fin, basé todo el trabajo en una de las últimas frases que dice mi personaje en esa secuencia con Clara Lago en la que rompí a llorar. Decía una frase que era algo así como “Me he pasado toda la vida fingiendo lo que los demás querían que fuera, y ahora llegado a este momento no sé quién soy”. Creo que eso explicaba todo el personaje y que se trataba de armar y tapar todo eso en un primer momento en las primeras secuencias, dónde aparenta ser un chico de éxito con un cochazo y una chica guapa, pero como esa frase ya está ahí en un principio pero está bien tapada. Y como la película te va conduciendo en sus días y va quitando la máscara hasta que aflora esa frase, entonces para mí fue como una construcción desde el final, esa era la esencia de ese personaje.

Aunque ya lo habías hecho antes, en La Sonata del Silencio, tu personaje te ha posibilitado esa parte oscura del ser humano de alguna manera, ¿no?

Daniel: Sí, el viaje que me pego con este personaje es hacia la oscuridad, el mundo turbio. Es una serie de nueve capítulos cerrada para TVE, basada en una novela con ese mismo título, que trata las relaciones de un grupo de amigos en la posguerra, en los años 40. No quiero desvelar mucho pero sí, tengo un personaje que muestra digamos que la posguerra no nos deja a todos situados socialmente iguales. Este grupo de amigos se fragmenta por las diferencias sociales y no lo va a llevar bien, no lo digiere de una forma saludable y se desvía hacia la oscuridad, su temperamento va variando.

¿Cómo es la diferencia en tiempo al trabajar por ejemplo en cine?

Daniel: Nunca hay tiempo suficiente, pero ni en cine ni en televisión. Siempre podrías hacer más cosas. Yo creo que se trata de que hagas los deberes en casa, si el personaje es muy complejo y tienes que hacer un trabajo hondo debes trabajar más en casa, pues el tiempo en rodaje, sobretodo en televisión, es bastante dinámico y no puedes esperar a que la inspiración te llegue en ese momento. A veces pasa, y si hay armonía en el rodaje y con los compañeros pues a veces tienes la suerte de que ocurran milagritos y aparezcan emociones con las que no contabas, pero es mejor preparar ese trabajo antes.

Castillejo-Grao-Torregrossa

Castillejo-Grao-Torregrossa

¿Cómo ves la situación del cine español en cuanto a otros géneros menos habituales que la comedia o el drama, el thriller, acción, futurista,..?

Jorge: Lo veo, como siempre ha sido, complicado. Me parece que por ejemplo una película como Fin sería muy difícil de hacer ahora. Creo que la película ocurrió en un último momento en que se podían hacer películas de género un poco más arriesgadas con un presupuesto grande (lo que viene siendo un presupuesto grande para el cine español). Ahora mismo lo que está ocurriendo es que ese tipo de películas se están haciendo en otros sitios, muchos directores nos estamos yendo fuera porque ahora mismo aquí eso no tiene lugar. Aquí está la comedia, el drama y el thriller policiaco, si quieres hacer otra cosa te tienes que ir.

¿Y por qué crees que está esa tendencia en las productoras españolas cuando hay público para las otras?

Jorge: Creo que al final todo tiene que ver con la coyuntura económica. Creo que sí que hay un público para ese tipo de películas, pero también es cierto que muchas películas de ese tipo tienen buena crítica pero poca carrera posterior.

¿Pero no es preocupante para la industria de España que los directores se tengan que ir fuera a hacer películas de género porque aquí no puedan?

Jorge: Es que hay tantas cosas tan preocupantes que de esto no se puede hacer un drama. Me parece que hay cosas mucho más preocupantes que eso, pero sí. Al fin y al cabo tú vas donde haya una necesidad de ese producto que a ti te apetece crear, es así.

Para Jorge, ¿Tienes algún actor fetiche o te gustaría trabajar con alguien en concreto además de Daniel?

Jorge: Yo siempre digo que el trabajo de director son dos partes, una es contar historias con imágenes, crear sensaciones y toda la parte visual de la montaña rusa que es una película sea cual sea el género y me encanta, y la otra parte es el trabajo con actores, que esto sí que es una montaña rusa enigmática, rara, donde todo es muy frágil. Es navegar por una delgada línea que no sabes cuándo te vas a caer, y es todo química y crear una intimidad con ellos, cogerse de la mano y tirarse al vacío, hay algo arriesgado y adrenalínico en eso que mola mucho. Me gusta mucho trabajar con actores y he tenido la suerte, gracias a que he trabajado durante muchos años dirigiendo en televisión, de haber trabajado con centenares de actores desde Concha Velasco o Pepe Sancho a Daniel Grao o Adriana Ugarte, y toda esa generación de grandes actores, y me encanta. Es un trabajo de seducción como en la vida, de mirada, de a ver que tengo que decir, cómo me dirijo a esta persona, pero es apasionante y cuando te encuentras con grandes actores que se entregan, que les pasan cosas como le pasa a Daniel o a Adriana Ugarte , trabajar con ellos es una experiencia, porque pocas veces te encuentras a gente con esa capacidad de juego y de entrega que de repente deja de ser ella y se convierte en Julieta o de quién sea, entonces sí, tengo muchos fetiches, pero me ha encantado trabajar con todos los que he trabajado.

Reportaje realizado por Victoria Aguilar y Andrea Martínez.

Sobre el Autor

Alfi

Diseñador e ilustrador, amante del séptimo arte, devorador de Bandas sonoras y de videojuegos, y un fiel servidor al Orden Jedi.