La productora creada en el año 2008 por Joe Ricketts, The American Film Company (TAFC), estrena su primer largometraje: “La Conspiración”, que pretende ser la primera de una larga serie de films donde se aborden algunas de las situaciones más comprometidas de la historia de los Estados Unidos, de la forma más fiel posible. El guion de este ambicioso proyecto estuvo durante bastante tiempo dando vueltas por la meca del cine, hasta que por fin fue a parar a manos de la TAFC, y a partir de ahí esta se puso en contacto con Robert Redford, iniciándose así la producción del film, que ha requerido un gran esfuerzo a nivel sobre todo de diseño, vestuario y ambientación.
A pesar de lo que se pueda pensar, el escenario elegido para ubicar la Washington posterior a la Guerra de Secesión, fue la ciudad sureña de Savannah (Georgia), dado que conserva muchos de los elementos arquitectónicas de la época. También influyó en la decisión el tono de color y la gama cromática escogidos para ambientar el contexto histórico: «la fotografía era relativamente reciente cuando se celebró el juicio, cosa que tuvimos en cuenta cuando Tom [Newton Thomas Sigel, director de fotografía] y yo hablamos de la textura, el color y la luminosidad que queríamos para la película. Examinamos el uso del color y de la luz en la obra de Vermeer y Rembrandt, y de ahí llegamos a barajar la opción del autocromo. Aunque no se inventó hasta principios del siglo XX, esa forma prematura de fotografía en color, con sus matices sutiles, su amplia gradación tonal y su luz tenue, nos remite al periodo en el que se basa la película», explica el director.
Si ya en 1991, Oliver Stone en “JKF (Caso abierto)” dejaba claro que no fue una única bala la que puso fin a la vida del presidente Kennedy, ahora Robert Redford pretende dejar constancia en “La conspiración”, que si bien es cierto que Booth disparó a Lincoln, tras el asesinato del presidente había más de una persona.
Siguiendo la línea argumental del guion elaborado por James D. Solomon y Gregory Bernstein, el veterano actor y director, Robert Redford, vuelve una vez más a ponerse tras la cámara después de su último trabajo “Leones y corderos” (2007). Es el octavo trabajo que dirige y en el que pretende adentrarse en uno de los hechos más oscuros de la historia de Estados Unidos, a través de este apasionante thriller histórico.
Los dos principales protagonistas del film, el presidente Lincoln y su asesino Booth, quedan relegados a un segundo plano y son interpretados por los actores secundarios Gerald Bestrom y Toby Kebbell; pero a pesar de este hecho anecdótico el reparto se nutre de grandes nombres, como el de Robin Wright (“La vida privada de Pippa Lee”) y James McAvoy (“La última estación”), ambos los principales conductores de la historia. Pero también les acompañan: Evan Rachel Wood (“Si la cosa funciona”), Tom Wilkinson (“La deuda”), Danny Huston (“Furia de titanes”), Kevin Kline (“Sin compromiso”), Colm Meanney (“Un ciudadano ejemplar”), Alexis Bledel (“Uno para todas”) y Justin Long (“Salvando las distancias”).
Para lo que no estén tan puestos en la historia de Estados Unidos, ahí va un breve resumen de lo que podemos esperar de este film. En 1865 Abraham Lincoln (Gerald Bestrom) es asesinado en Washington por John Wilkes Booth (Toby Kebbell) en el Teatro Ford. A raíz de los acontecimientos, ocho personas son detenidas y acusadas de haber urdido la conspiración que acabaría con la vida del presidente, y en la que también se pretendía asesinar al vicepresidente y al Secretario de Estado. Entre los acusados se encuentra una mujer, Mary Surratt (Robin Wright), la regente de la pensión donde se llevaron a cabo las reuniones para poner fin a la vida de Lincoln. El reticente abogado unionista Frederick Aiken (James McAvoy), será el encargado de defender a Surratt ante el tribunal militar, pero pronto se da cuenta de que su defendida es en realidad inocente, pero está siendo utilizada como señuelo y rehén para capturar a su propio hijo, John (Johnny Simmons). Ante esta tensa situación, solo Aiken puede volver la opinión pública a favor de Mary Surratt.