Ya está en cines lo nuevo de Santiago Mitre, La cordillera protagonizado por el recién laureado en San Sebastián por su trayectoria profesional, Ricardo Darin.
“La Cordillera” es un cinta de intriga política que relata la historia de un hombre cercado por sus demonios familiares. Durante una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en la que se definen las posibles estrategias y alianzas geopolíticas de la región, el presidente argentino, vivirá un drama político y familiar que le obligará a enfrentarse así a sus propios demonios. Y deberá de tomar dos decisiones que podrían cambiar el transcurso de su vida en el orden público y también privado: por un lado, ante una complicada situación emocional con su hija, y por otra parte, la decisión política más importante de toda su carrera.
Parece que lanzar una película sobre política en una época en la que nos encontramos en plena era Trump, entre muchos otros titulares relacionados, parece una apuesta arriesgada, sobre todo porque actualmente la política se encuentra en un continuo estado de agitación y cambio constante. Hace que La Cordillera encuentre así su lugar idóneo, teniendo lugar antes de todo ese vaivén de titulares, noticias falsas, y todo lo que eso conlleva, una cinta que trata sobre el surgimiento o búsqueda de la verdad.
El escritor y director Santiago Mitre sigue demostrando un gran interés por la política, después de su destacada primera película, El estudiante (2011) que trata sobre las elecciones estudiantiles en Buenos Aires y la cinta galardonada en la Semana de la Crítica de Cannes, La patota (Paulina, 2015), sobre el despertar político de una mujer que se encuentra luchando por los derechos sociales en la periferia de la ciudad.
La Cordillera cuenta además con un importante elenco hispano liderado por el propio Darin (Truman, Relatos Salvajes) junto a Paulina García (Verano en Brooklyn, Gloria) como la presidenta de Chile, junto a Elena Anaya (Wonder Woman) que interpreta a una periodista que se encuentra en plena investigación. Ademas encontramos en esta cinta a Christian Slater como enviado del Departamento de Estado de Estados Unidos tratando de influir en los acontecimientos de la cumbre de presidentes latinoamericanos.
La cinta nos relata la historia del ascenso del presidente argentino Hernán Blanco (Darin) ya que se trata de un presidente con poca experiencia y la audiencia va conociendo poco a poco más durante su viaje a la cumbre de presidentes. Blanco, un ex alcalde de una ciudad de la pampa, ha recorrido un largo camino, de ser un hombre del pueblo, hasta alcanzar la presidencia del país, ahora ocupa todo el centro de atención mientras viaja con su séquito, ofreciendonos así algo que parece obvio, la vida de un presidente alejada de la vida de la gente de la calle. Sin embargo, y como gran parte del subtexto sociopolítico de esta cinta, esta interesante paradoja no se explora más allá.
Mitre reune así a los líderes de América Latina en un complejo de lujo en algún lugar apartado en los Andes chilenos, donde nos rodearemos de un ambiente completamente despejado y la naturaleza cobrará protagonismo. Los presidentes de Brasil (Leonardo Franco, La esclava blanca) y de México (Daniel Giménez Cacho, La promesa) cuentan con papeles muy rápidos, así que contarán con pequeños momentos en pantalla. Arrojando algo de luz sobre como es el proceso político en una cumbre internacional, ofreciéndonos en todo momento personajes (políticos) perspicaces y arquetipos que en el fondo son seres humanos.
A diferencia de sus dos anteriores cintas del realizador, captadas de forma muy frívola e intencionalmente un tanto desordenadas, al igual que la vida real aquí nos ofrece como es la política real, el cineasta opta en La Cordillera por un enfoque más majestuoso, que al principio parece comprensible, viendo el nivel político retratado en pantalla. Ofreciéndonos tomas muy clásicas, pero también algo rígidas, finalmente está trabajando contra el desorden que emerge en la trama principal de la narración, ya que su protagonista tiene que lidiar no solo con las altas esferas presentes en una cumbre que involucra los intereses nacionales y continentales de Argentina, también con su inestable hija adulta, Marina (Dolores Fonzi, la protagonista de La patota), cuyo ex marido parece estar planeando revelar algunos acuerdos financieros sospechosos , amenazando así la vida personal y profesional de Blanco, tanto como el de Argentina.
Podría parecer que con estos elementos en pantalla su configuración puede parecer sencilla, pero no lo es al implicar los problemas personales chocando de pleno con temas nacionales e internacionales en un ambiente ya tenso por naturaleza. Pero es entonces cuando La Cordillera nos ofrece un interesante giro inesperado y, tal vez, indeseado. Podríamos estar pensando en un simple thriller político que mezcla temas políticos y personales, vamos lo normal, pero es entonces cuando La Cordillera empieza a abarcar otros temas como la hipnosis, las visiones y la existencia teórica del bien y el mal. Todos estos nuevos acontecimientos que aparecen en pantalla se relacionan directamente con el personaje de Marina, y de como afecta al personaje de Darin, un impacto que no es tan fácil de desentrañar y más en un ambiente tan hostil como el descrito, permitirme añadir que Darin esta soberbio y nos ofrece un político con un gran carisma en pantalla y que demuestra disfrutar de este personaje tan “oscuro”.
Algo que también nos ayuda a transportarnos hasta ese ambiente tan denso sin duda es la partitura compuesta e interpretada por Alberto Iglesias que nos genera incluso un malestar dado a los acontecimientos que ocurren en pantalla, sobre todo con un tercer acto dificil de desentrañar con momentos realmente opacas.