Entrevista a los protagonistas de Una Veterinaria en Borgoña

Después de la entrevista a la directora Julie Manoukian por motivo de su próximo estreno el 23 de marzo de 2021 de Una veterinaria en Borgoña. Os dejamos la entrevista con sus protagonistas. Clovis Cornillac, Noémi Schmidt y Laetitia Barlerin.

Entrevista con Clovis Cornillac (Nico)

¿Por qué has querido participar en esta aventura?

Cuando releí el guión, me enganchó su título: UNA VETERINARIA EN BORGOÑA. En los 35 años que llevo haciendo cine, era la primera vez que veía un proyecto que hablaba de una profesión tan popular entre los niños, y que, personalmente, siempre he admirado por la abnegación que exige a los que la practican, ¡porque los animales no pueden dar las gracias! ¡Que nadie hubiera pensado en convertir a esas personas en protagonistas de una película me pareció alucinante! Incluso antes de abrir el guión, la idea ya me parecía genial. Cuando lo leí, seguía igual de entusiasmado.

¿Por qué?

Me pareció muy inteligente que se centrara en la profesión de veterinario en zonas rurales porque no la conocemos bien. Es variada porque las enfermedades y las técnicas son evidentemente distintas según tengas delante a un toro, una oveja o una gallina. Es menos lucrativo de lo que se piensa, debido a las dificultades económicas del mundo rural, y extenuante, por la disponibilidad que exige y las largas distancias que hay que recorrer entre dos visitas. ¡No es de extrañar que el abandono del campo por parte de los médicos también afecte a los veterinarios!

La mezcla de todas esas características daba al escenario una tensión real, especialmente porque Julie Manoukian lo había construido de manera muy inteligente en torno a una historia de transmisión, entre un veterinario veterano que se viene abajo y una joven graduada sin experiencia a la que quiera convencer de quedarse y ayudarlo… Yo añadiría que, además de su contenido, que me pareció fascinante, UNA VETERINARIA EN BORGOÑA tenía la factura que me gusta: sencilla, sin pretensiones, a la imagen del ser humano.

¿Tienes que amar a los animales para hacer un papel de veterinario?

Afortunadamente, para hacer bien un papel, no es necesario que disfrutes haciendo lo que se exige de ti. Espero haber resultado creíble en todos los personajes de impresentables y asesinos que he interpretado en mi carrera. ¡Sin embargo, puedo asegurarte que matar, robar o comportarse como un bastardo no es lo que más me gusta! (Risas) Ser actor significa saber ser un experto en todos los oficios, curioso y también un prestidigitador. Incluso si se trata de un personaje completamente ajeno a ti, debemos hacer creer que somos a quien encarnamos. A veces tenemos el placer infantil de convertirnos en un villano. Inventar y recomponer suele dar muchas satisfacciones. Dicho esto y volviendo a la película, me encantan los animales e interpretar a Nico ha sido maravilloso.

¿Te documentaste para ejercer tu profesión antes del rodaje?

Sí, un poco. Pasé varios días con un veterinario. Vi cómo trabajaba, pero sobre todo observé su comportamiento psicológico. De hecho, lo que me interesa de un profesional cuyo trabajo exige una gran habilidad manual no consiste solo en reproducir sus gestos lo más fielmente posible sino transmitir lo que no es consciente, su estado de ánimo por ejemplo, o su humanidad. Aprender a hacer un movimiento es bueno, pero, como siempre lo haremos menos bien que un profesional experimentado, sabemos que en el rodaje contaremos con dobles para los primeros planos. De todas formas, la reproducción mimética de uno u otro gesto es lo que otorga credibilidad a un personaje, sino su actitud general. En este caso, se trata de cómo un veterinario se relaciona con los animales, cómo les habla. Esto es lo que, a mi manera, he intentado reproducir. Capturar la esencia de las cosas y hacerla, por así decirlo, palpable, es lo que da realismo a un papel, lo que le otorga veracidad.

¿Qué fue lo más difícil para ti en este plató?

En un rodaje, nada es realmente difícil, porque se trata de un juego y no de la vida real. ¡Ser un veterinario al límite de sus fuerzas y serlo en la realidad no es lo mismo! Entre reconstruir una operación en una película y realizar una operación real, no hay color. Así que debemos relativizar. Los riesgos que corre un actor, ya sean físicos o psicológicos, no tienen nada que ver con los que corre la gente en la vida real.

En un rodaje, nos limitamos a tener cuidado y escuchar a los profesionales. No te comportas de cualquier forma ante un toro y explorar el culo de una vaca impone ciertas precauciones. Te puede patear o caer encima de ti y asfixiarte. Sin embargo, si eres lo suficientemente intuitivo, sentirás el peligro. Yo no tuve miedo, pero tuve cuidado. De hecho, el mayor riesgo que corren los veterinarios rurales no son los animales por muy impresionantes o salvajes que sean, ¡es su coche! Los veterinarios pasan mucho tiempo en la carretera. Como están cansados y obsesionados con llegar a tiempo, están todo el tiempo a merced de un accidente.

¿Qué escena que has rodado te ha gustado más?

Me resulta difícil elegir una. La aventura de una película es su conjunto. Todo es relativo. Si una secuencia te gusta, suele ser porque la anterior te ha dado más problemas. ¡Y también lo contrario! Es como la vida misma. Las buenas y las malas noticias se experimentan de manera diferente según el momento. Si a un niño que llora porque tuvo más miedo por caerse que por hacerse daño, le dices que viene su primo o que su merienda está lista, dejará de llorar inmediatamente. ¡Y sin embargo, no son noticias realmente importantes!

¿Conocías el Morvan?

No. Lo descubrí y disfruté mucho rodando en esa zona. Es una región hermosa, una de las menos pobladas de Francia. Su naturaleza es sublime, sus valles muy suaves, pero, paradójicamente, la vida cotidiana es dura. Su clima es continental. Los inviernos suelen ser muy fríos y los veranos sofocantes. Los habitantes son acogedores, adorables y también muy fuertes, porque se necesita una gran entereza para vivir allí. Los habitantes viven dispersos, las distancias entre granjas y pueblos son considerables. Para quedarse allí, hay que amar la soledad. Hay muchas casas a la venta. El escenario es muy importante para un actor. Desempeña un papel importante su forma de entender a su personaje. En UNA VETERINARIA EN BORGOÑA, el Morvan era absolutamente perfecto. Todos nos alojamos en un camping junto a un lago. Los amaneceres con niebla eran mágicos. No pasábamos frío. Era genial. Estábamos como en un campamento de verano (risas).

Para continuar con el vocabulario de “campamento de verano”, ¿cómo era tu “jefa»?

Julie es una mujer dulce pero también rockera. Se comporta como una abuelita que se ocupa de todo el mundo. Confía en los demás. No obliga a nada. Su benevolencia tiene aún más mérito ya que se trata de su primera película. Supo rodearse de un equipo técnico cinco estrellas.

La primera vez que vi a Julie, le dije: «Tu película me interesa muchísimo, pero antes de darte mi respuesta definitiva, dime quién será tu director de fotografía». Era Thierry Pouget. ¡Un as de su profesión! Dije que sí de inmediato. En una película, el director de fotografía es uno de los hombres clave. La luz y los encuadres deben ser hermosos. Incluso Ken Loach que muestra mucho la miseria y las injusticias del mundo en sus películas, le concede mucha importancia. Es fundamental: una película no es un telefilm. Aunque sea realista, tienen que ser más hermosa que la vida. La estética de una película se dirige al subconsciente de los espectadores. Además, rodábamos en un paisaje campestre precioso, ¡así que no había que estropearlo! (risas)

¿Qué tipo de actor eres en el plató? ¿Consigues olvidarte de que también eres director?

Sí, totalmente. En general, cuando trabajo como actor en la película de otra persona, soy un soldado. Me pongo al servicio de la mirada y la visión del director… Escucho lo que me dice y trato de cumplir lo mejor posible lo que me pide. Mi objetivo es que todo salga bien y que todos estén contentos, el director, mis compañeros y todos los técnicos. Pero si me piden mi opinión, la doy.

Y en lo que se refiere a los diálogos, ¿los respetas?

Cuando son buenos, sí. Ese fue el caso de los de Julie. Diálogos, guión, lo había escrito todo maravillosamente bien. Sus personajes tenían una trayectoria y su historia discurría con momentos álgidos y momentos más tranquilos para que el espectador pudiera respirar, pero sin resultar demasiado blandos para no arriesgarnos a aburrirlos. Ella había comprendido de forma instintiva, lo que es raro en los directores primerizos, que uno no debe decir ni añadir demasiado. Su texto no tenía ninguna redundancia. Era potente, sin poses, ni demasiado dramático, ni demasiado cómico, solo cuando era necesario.

Cuando ves la película, tienes la impresión de que todos sus actores han actuado con el mismo propósito…

Me encanta que se note porque ha sido así. Fue Julie quien supo unirnos. A pesar de ser una directora novel, ha conseguido algo en lo que tropiezan muchos directores experimentados y que es fundamental para la credibilidad de una película: conformar un equipo homogéneo y fraterno. Trabajamos como en el teatro, con espíritu de troupe. No conocía a Noémie Schmidt: para mí ha sido «la» revelación de la película. Obviamente, interpretar al marido de Lilou Fogli, que es mi esposa en el mundo real, me divirtió mucho. Y sobra decir la satisfacción que he experimentado dando la réplica a ese monstruo de humanidad, humor y verdad que es Michel Jonasz.

¿Cómo te sentiste cuando viste terminada UNA VETERINARIA EN BORGOÑA?

La verdad es que me sentí muy feliz. Es como el guion que había leído: familiar y tierna. Es para todo el mundo. Aprendemos muchas cosas, sobre la desertificación del campo, la vida tan dura de los que viven allí, los veterinarios, claro, pero también los agricultores. La vida no se sobrelleva. No existe la autocompasión. Solo la pasión.

Entrevista con Noémi Schmidt (Alexandra)

¿Cómo aterrizaste en este proyecto?

De la manera más sencilla. Releí el guión, lo leí, me gustó y fui a hacer las pruebas. Cuando supe que me habían elegido, salté de alegría. Que yo sepa, no existe ninguna película sobre las condiciones de vida y de trabajo de los veterinarios rurales. Me alegró mucho de que el guión contara con todo tipo de animales. Los animales me fascinan. Verlos me inspira. Crecí en un pequeño pueblo de montaña en Suiza, con una madre bióloga, apasionada por todo lo vivo. De niña, pude observar y conocer muchas especies, animales y plantas diferentes.

UNA VETERINARIA EN BORGOÑA, que se desarrolla en el campo, me transportó a mi infancia. Aprendí mucho de los veterinarios que nos acompañaban en el plató. Un animal enfermo en una granja es una preocupación emocional para su dueño, pero por encima de todo es una pérdida de ingresos. Por lo tanto, hay que acudir a ayudarlo lo antes posible. Esto exige que en el campo, los veterinarios estén disponibles las veinticuatro horas del día. Son sanitarios y psicólogos. Su trabajo, como el de los médicos, se enmarca en el ámbito del sacerdocio.

Para interpretar a Alex, ibas a tener que convivir con un ratón. ¿La idea te asustaba?

Ni me asustaba ni me daba asco porque me encantan los ratones. De pequeña crie muchos ratones. Incluso tuve doce al mismo tiempo. Son animales muy cariñosos, muy inteligentes y muy limpios. Es gracioso porque en el último cortometraje que hice también tuve muchas escenas con ratones. Era la historia de una joven que conocía a personas sin hogar en París. Durante una escena, hago que el ratón beba de mi boca. La escena es inquietante, me encanta.

El hecho de que al principio de UNA VETERINARIA EN BORGOÑA Alex viva con uno de esos pequeños roedores dice mucho de ella. Es un personaje atípico. Se siente más cómoda con los animales que con los seres humanos. De hecho, tener un ratón es una forma de mantenerlos alejados. Es una chica que tiene rabia, bastante rebelde. Tiene una historia personal difícil; perdió a sus padres muy joven y creció con un tío bastante ausente así que es bastante asocial aunque conserva una faceta muy infantil. En el fondo, Alex es una chica salvaje con un corazón de oro. Me llega al corazón.

La película cuenta su evolución. ¿Entiendes que termine abandonando su sueño de una vida aséptica en un laboratorio para ir a trabajar al campo en condiciones bastante duras e ingratas?

El proceso vital de Alex forma parte de un viaje iniciático. Me parece muy bien estructurado. Julie Manoukian la ha escrito con mucha sutileza. Primero hace que Alex vuelva a los lugares de su infancia, por lo que se ve obligada a dejar de ocultar su pasado. A medida que Alex se enfrenta a su pasado van cayendo más barreras. Esta chica intelectual que vivía enfrascada en sus libros y en su soledad, tendrá que abrirse a los demás, aunque sea a su pesar. En términos psicológicos, interpretar este proceso es fascinante. Pero también es un papel muy físico. Auscultar, curar, operar, poner inyecciones, entablillar, suturar, etc… Son todo cosas muy concretas. ¡A mí me vino de perlas porque siempre necesito poner mis energías en algo!

En la película, das la impresión de estar muy segura de tus gestos. ¿Cómo te preparaste?

Como quería ser lo más creíble posible, pedí que me dieran unas cuantas clases. Antes de empezar a rodar, pude acompañar a algunos veterinarios en sus visitas durante varios días. Fuimos a tratar a un toro que tenía neumonía, a vacunar terneros, a anestesiar gatos, a poner sondas a perros. Me hice una idea de la variedad de su trabajo. Me enseñaron los gestos que iba a tener que hacer en mis escenas. Aprendí muchas cosas. Posteriormente, en el plató, con respecto a cómo se comportan los veterinarios con los dueños de los animales, también me inspiré en el veterinario que cuida a mi gato.

¿Qué escena te impactó más?

La del parto de la vaca. ¡Nunca pensé que me conmocionara tanto! El veterinario asesor nos había advertido que el parto era inminente, pero no esperábamos que sucediera tan rápido. ¡Afortunadamente, todos estábamos listos en el plató! Me acerqué a la vaca, prestando atención a sus reacciones, pero sin especial aprensión, porque no tengo miedo a los animales. Después, el veterinario me dijo que me diera prisa y que confiara en mí, introduje el brazo para agarrar las patas del ternerito y tiré con todas mis fuerzas. El veterinario me ayudó solo un momento y durante poco tiempo. Cuando vi aparecer la cabeza del recién nacido, mi cuerpo entró en un estado emocional increíble. ¡Acababa de ayudar a traerlo al mundo! Estaba impactada. Una verdadera locura. En el plató todo el mundo estaba fascinado, en un silencio casi religioso. Ocurrió un viernes por la noche. Me quedé como «drogada» todo el fin de semana. Creo que esa escena me ha marcado para toda la vida.

¿Este rodaje ha cambiado tu imagen de los veterinarios rurales?

A decir verdad, como no los conocía, no tenía una imagen preconcebida. Pero después de conocerlos en este rodaje siento un gran respeto por ellos. Trabajan sin importar el tiempo que haga y a menudo en condiciones precarias, con frío y barro. Su trabajo es muy físico, muy agotador y muy técnico. Para ejercerlo, hay que tener muchísimos conocimientos científicos y médicos, pero también mucho sentido común. Es aún más difícil para las mujeres veterinarias que deben hacerse respetar en un entorno mayoritariamente masculino.

¿Cómo fue tu colaboración con Julie Manoukian?

Mejor que buena. Julie es una mujer extraordinaria, inteligente y que escucha a los demás. Tiene una gran sensibilidad para las relaciones humanas. Me gustó el primer día que la conocí, es decir, en el momento del casting. Era su primera película, pero en el plató siempre me pareció muy segura. Era fuerte, tranquila, amable y valiente al mismo tiempo. No se desanimaba nunca. Me ha impresionado. Me llevé muy bien con ella.

¿Y con tus compañeros?

Los buenos directores también lo son por su talento a la hora de reunir a actores que no solo se pondrán al servicio de su película, sino que se llevarán bien entre ellos. Julie tiene ese talento. Me ha encantado trabajar con Clovis Cornillac. Es un compañero atento y generoso. Y un gran actor. Me encantó que Michel Jonasz fuera mi tío. Yo era fan del cantante, ahora soy admirador del actor y del hombre, por su amabilidad y su humor. Pero debo decir que tanto Carole Franck, Antoine Chappey, la pequeña Juliane Lepoureau, todos los actores, así como los maravillosos técnicos, trabajaron al unísono. ¡Y el hecho de que todos durmiéramos en el mismo camping también sirvió para reforzar nuestra simbiosis!

¿A quién crees que se dirige UNA VETERINARIA EN BORGOÑA?

Espero que a todo el mundo. Es una película sincera, sensible, luminosa y conmovedora. Te hace descubrir una profesión que no se conoce bien y lo hace sin aspavientos, con sencillez, veracidad y sinceridad.

Después de esta película, ¿te apetece volver a tener un ratón?

No, porque mi nuevo compañero es un gato, ¡y creo que habría incompatibilidad de caracteres!

Entrevista con Laetitia Barlerin (Veterinaria)

¿Cómo aterrizaste en este proyecto y en qué momento del proceso de la película (escritura del guión, preproducción, rodaje…)?

Tuve la inmensa suerte de presenciar el nacimiento y desarrollo de la película ya que pude colaborar en la redacción del guión, en su primera versión. Yves Marmion, el productor, se puso en contacto conmigo para que conociera a Julie Manoukian, que estaba trabajando en el guión de un largometraje cuyos protagonistas eran veterinarios. Esperaba otra historia más de un veterinario de zoológico que salva animales salvajes tan simpáticos como gatos. Clichés… Pero fue una sorpresa y un alivio ver que por una vez, el guion hablaba de la vida de veterinarios rurales (o mejor dicho mixtos) y que intentaba atenerse al máximo a la realidad. Me sorprendió el conocimiento que Julie tenía de nuestra profesión: había hecho una encuesta real de antemano, había leído blogs y libros de colegas… Había comprendido bastante bien lo que esconde esta profesión que es una vocación, la vida diaria, las dificultades, las decepciones, las relaciones con los clientes, la sobrecarga de trabajo, etc. y al mismo tiempo, la felicidad que nos aporta. Hablamos durante mucho tiempo sobre la práctica veterinaria de hoy en día: la feminización, las primeras experiencias tras dejar la facultad de veterinaria, pero también sobre mi experiencia como veterinaria, mis anécdotas. Mi papel era asesorarla desde el punto de vista veterinario y técnico y corregir la forma y el fondo del guion, es decir las situaciones (plausibles o no), los diálogos con términos médicos, la elección de los animales (¿qué roedor encaja como compañero del armiño? ¿qué animal hay que utilizar para la intoxicación de chocolate?…) y las enfermedades… Hubo varias versiones del guión y, por lo tanto, Julie y yo nos enviamos varias revisiones durante muchos meses. ¡Hasta que se envió la versión final a los actores candidatos! A Clovis Cornillac y Noémie Schmidt les encantó el guión y todo fue muy rápido hasta que llegó el rodaje. La productora me dijo que era poco habitual que una película arrancara tan rápido y que el tema tenía mucho que ver con eso.

Asististe a un día de rodaje: ¿cuáles fueron tus impresiones?

Me invitaron al rodaje en el Morvan para conocer a los actores y asistir a escenas «veterinarias». Habían transformado una antigua escuela en una clínica veterinaria. Una verdadera hazaña para el equipo técnico. Me sentí como si estuviera entrando en una sala de espera, una sala consulta o un quirófano, una hospitalización. No había ninguna nota falsa. Habían pensado en todos los detalles, incluso en el gato-mascota durmiendo en el mostrador. Habían pedido prestados muchos elementos del atrezzo a clínicas veterinarias de la zona. ¡Lo único que faltaba eran los pacientes! Además, Camille Frombaum y Maxime Chassaing, mis compañeros asesores veterinarios durante el rodaje, monitoreaban en directo en la pantalla los gestos de los «veterinarios» y los corregían. Julie me asombró por su sentido del detalle y su realismo. Volvía a rodar una escena si un gesto era inapropiado o un aparato médico no estaba donde correspondía.

¿Qué opinas de las interpretaciones de Clovis Cornillac y de Noémie Schmidt como veterinarios?

Lograron ponerse en la piel de un veterinario. No les tienen miedo a los animales y adoptaron los gestos técnicos con una facilidad asombrosa. Resultan increíblemente realistas. Me dijeron que querían pasar unos días con veterinarios en ejercicio para comprender mejor nuestra profesión. Y valió la pena.

¿Qué opinas sobre el tema de la desertificación veterinaria en las zonas rurales?

Es un problema real, al igual que ocurre con los médicos. De hecho, toda la profesión está trabajando en él para salir de esta crisis. Una de las soluciones que se han encontrado es ofrecer a jóvenes estudiantes de veterinaria prácticas tuteladas en zonas rurales para comprender mejor el entorno y un ejercicio que no conocen o conocen mal. ¡Y la verdad es que funciona! Después, casi todos esos estudiantes en prácticas deciden ejercer en zonas rurales. Se parece a la historia de Alexandra, la protagonista de la película… De hecho, esta película es buena para la moral de todos, especialmente de los veterinarios. Creo que propiciará nuevas vocaciones entre los jóvenes. Y solo por eso, Julie y su equipo pueden sentirse muy orgullosos del resultado.

Sobre el Autor

Alfi

Diseñador e ilustrador, amante del séptimo arte, devorador de Bandas sonoras y de videojuegos, y un fiel servidor al Orden Jedi.