Entrevista a los actores FANNY VALETTE y YANISS LESPERT de En lugar del Sr. Stein

Fanny Vallete es una actriz francesa, nacida el 4 de Julio de 1986 en Arles, Bouches-duRhône, Francia. Es conocida por las películas Vértigo (2009), Le petite Jérusalem (2005) y Las aventuras amorosas del joven Mòliere (2007).

ENTREVISTA CON FANNY VALETTE

¿Cómo llegó usted hasta este proyecto?

De una manera muy bonita. Conocí a Stéphane Robelin para otro proyecto cinematográfico. Lo nuestro fue un auténtico flechazo, y tras tres horas de conversación, nos dijimos que trabajaríamos juntos. Stéphane tenía que rodar primero otra película… Me dio la sorpresa de unirme a su equipo. Me puse como loca. Leí su guion. Ensayé con Pierre y Yaniss… ¡y a por ello!

¿Qué le gustó de la historia?

Quizá, en primer lugar, su originalidad y sinceridad. Un hombre que pide a otro que le sustituya para conquistar a una mujer que ha seducido por Internet… ¡Era la historia de Cyrano transportada al siglo XXI! Salvo que en lugar de ser feo, el Cyrano de la película, llamado Pierre, era un hombre mayor. Con la excepción también de que, en vez de enviarle cartas de papel a su Roxane (Flora en la película), la seduce a través de correos electrónicos. Me pareció una idea fantástica, que permitía evocar los problemas de la edad y hablar de la importancia de las redes sociales. Además, en esta historia, estaba mi papel, el de Flora, la ingenua y romántica Flora. Ella, al igual que Roxane, es de una credulidad conmovedora, pero además aparece con un drama, el de su viudedad. Un sublime personaje femenino en una comedia actual, realista a la par que un poco alocada… ¿Qué más se puede pedir?

En lugar del Señor Stein es una comedia totalmente ficticia, pero completamente creíble. ¿El hecho de estar basada en una realidad posible ayuda a interpretar?

En el caso de esta película, ¡sí! Stéphane buscaba realismo y naturalidad. Quería una interpretación muy depurada y cotidiana para que sus personajes fueran «lo más auténticos posible».

¿Qué sintió la primera vez que se puso delante de Pierre Richard?

Pierre era una referencia para mí, un monstruo. Toda mi familia es fan de él. Me ha acompañado en mi infancia. Cuando llegué a su casa, me sentí incómodo, pero él fue tan generoso, encantador y humilde, que toda mi angustia se evaporó. Es raro que una personalidad de tal notoriedad se comporte con tanta amabilidad. Y él es así con todo el mundo. Un encanto. Además, es una máquina de trabajar. ¡Menudo nivel!

¿Y Yaniss Lespert?

Es del mismo tipo de hombre: trabajador, generoso, agradable. Ejerce esta profesión por motivos evidentes. Me hice muy amiga de él. He de decir que Stéphane Robelin hizo todo lo posible para que todo funcionase. Creó una atmósfera familiar y supo hacerse entender, sin levantar la voz jamás. La inteligencia, la benevolencia y la elegancia son armas imparables para hacerse respetar, mucho más eficaces que la represalia y la humillación.

¿Cómo sale usted de esta película?

Bien. Formidablemente bien. He trabajado con personas de corazón en una película auténtica, original y esperanzadora. Todos los días no se participa en un proyecto de esta calidad. El rodaje fue fantástico, tanto por la calidad como por el ambiente. Cuando finalizó, me entraron ganas de llorar, como cuando era niña y se terminaba un campamento de verano. ¡Para un actriz, es una alegría combinar todo esto! En cuanto a la película, espero que haga feliz a la gente. Es una feel good movie, un rayo de sol, en que se ríe y se llora, a semejanza de la vida…

¿Tiene usted proyectos?

Sí, ¡pero silencio! Nada es oficial. Mientras espero, pronto podrán verme en Engrenages en Canal Plus. Y hasta mayo estoy de gira con Gérard Darmon y Philippe Lellouche en Tout à refaire.

ENTREVISTA CON YANISS LESPERT

¿Qué le sedujo de esta aventura?

En primer lugar, la persona que iba a dirigir la expedición, ¡Stéphane Robelin! No lo conocía de nada, pero desde nuestro primer encuentro, nos entendimos a la perfección. De ahí mi deseo inmediato de trabajar con él. Por otro lado, leí su guion y me encantó. Dos hombres de generaciones y medios sociales diferentes que van a convertirse en los dos dedos de una mano debido a una superengaño amoroso inventado por el mayor de los dos… ¡Es poco común y divertido! Además, tras la gracia de las situaciones, afloran cosas que me emocionan, como el amor, los celos, la necesidad de las personas de sentirse libres, el problema de la soledad de los ancianos o incluso la dificultad de convertirse en adulto.

¿Y su personaje?

No fue el caso, ¡pero tuve la impresión de que había sido creado para mí! Comparto afinidades con Alex, aunque no sea igual que yo. Al igual que a él, me costó abandonar la adolescencia; soy bastante reservado por naturaleza, el desasosiego de las personas me conmueve y, sin ser un friki, me defiendo bastante bien en Internet (risas). De hecho, Alex se parece a muchos treintañeros de nuestros tiempos; es un tipo que se busca a sí mismo, un poco solitario, pero que sabe utilizar todas las herramientas de comunicación que tiene a su disposición. Lo que le hace peculiar es la historia de amistad con un hombre que podría ser su abuelo y, también la historia de amor que vive gracias a un remplazo de identidad.

¿Cómo fue su encuentro con Pierre Richard?

Me daba miedo sentirme intimidado porque, para mí, como para todos los demás, Pierre es un icono. Es mítico. Pero, gracias a su dulzura, su buen humor y su interés por los demás, tiene la capacidad de hacerte sentir cómodo enseguida. Su curiosidad es impresionante. Como no escatima en anécdotas sobre su vida, uno se siente privilegiado por estar con él. Bromea y se comporta contigo como si te conociera desde hace diez años. Eso no le impide trabajar con un gran rigor. Llegar al plató con las manos en los bolsillos no es su estilo. Trabaja sus textos, da ideas y nunca se contenta con el mínimo. Repetimos mucho los dos, en su casa, antes del rodaje. Fue fantástico y muy instructivo.

¿Se ha liberado entonces de los nervios que acompañan a menudo en el primer día de rodaje?

¡Casi! Stéphane es un director que trabaja con mucha dulzura y hospitalidad. Enseguida instauró un ambiente familiar en el plató. Además, éramos un equipo muy reducido, con pocos técnicos. ¡Parecíamos compañeros de piso! Salió muy bien porque nos entendimos todos muy bien. El encuentro con Fanny Valette se produjo de manera muy natural. Me hice muy amigo de ella. Es una profesional sin igual y muy generosa en su interpretación. Ella «da» tanto o más cuando la cámara no la está grabando. ¡Eso es poco común en la profesión!

Hasta ahora, ha trabajado más para la televisión que para el cine. ¿Es lo mismo para un actor como usted?

Desde luego es parecido, pero en el cine me encuentro más cómodo. Es menos estresante porque se dispone de algo más de tiempo. Me encanta la tele, es una escuela magnífica. Te enseña a ir deprisa, a encontrar tus marcas rápidamente.

¿Qué hace cuando no rueda?

Me ocupo de Castors fripouilles, una asociación que fundé con Thibault Maroufi cuyo objetivo es organizar encuentros entre niños hospitalizados y artistas. Realizamos animaciones, por ejemplo, con mis compañeros de la serie Fais pas ci, fais pas ça, o con magos o artistas extranjeros. Para el 8 de marzo hemos organizado un encuentro entre Guillaume de Tonquédec y alumnos de la escuela de teatro que, por su tratamiento de quimio, han tenido que interrumpir sus estudios. Además, para el comienzo del curso escolar, vamos a llevar al Hospital Necker, bailarines de la Ópera de Québec.

¿Cuáles son sus proyectos?

¡Silencio! Aún no hay nada firmado. De momento, saboreo el placer de haber participado en En lugar del Señor Stein, cuya gracia y optimismo espero que lleguen al mayor número de personas posible.

Sobre el Autor

Alfi

Diseñador e ilustrador, amante del séptimo arte, devorador de Bandas sonoras y de videojuegos, y un fiel servidor al Orden Jedi.