Yo no maté a mi mujer. No soy un asesino.
De nuevo, gracias a David Fincher, un peliculón. Un thriller intenso que mantiene la intriga y el interés hasta el final. El día de su quinto aniversario de boda, Nick Dunne (Ben Affleck) informa que su esposa Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido misteriosamente. Pero pronto la presión policial y mediática hace que el retrato de felicidad doméstica que ofrece Nick empiece a tambalearse. Además, su extraña conducta lo convierte en sospechoso, y todo el mundo comienza a preguntase si Nick mató a su esposa.
Para aquellos que alguna vez hayan extrañado al Fincher de Seven, o Zodiac, están de enhorabuena con Perdida. Sin duda, de todas las películas del director, es de esas dos de las que más bebe (y quizás también de Millennium). Pero no sólo de él mismo toma referencias; también hay mucho Hitchcock en esta película, lo cual es fantástico. Uno de los aspectos más interesantes del film es el hecho de que la autora de la obra en la que se basa, Gillian Flynn, es la que maneja los hilos en el guión, su primer guión, es más. La película luce sola, y no sólo superficialmente, sino que lo que hay dentro de ella, lo que esconde, es un revoltijo de intriga, dudas y misterios que el espectador no podrá dejar a un lado en ningún momento y le dará vueltas en su cabeza todo el rato.
Además de suspense, de intriga, la película roza el humor negro (y el humor a secas; Fincher y Flynn no dejan escapar la ocasión de sacar alguna tímida sonrisa o una ligera carcajada al público) y sobre todo mete mano a la sátira a los medios de comunicación, en el sentido de lo mucho que llegan a influir estos en la opinión pública, cómo retuercen y tergiversan la realidad para beneficio propio y perjuicio de los afectados. Es así que, sumado a la extraña manera que tiene de comportarse el personaje de Ben Affleck, dudemos más de él y ya le señalemos con el dedo gracias a esto. Y por el hecho además de que, como bien dice Fincher, todos creamos una fachada para con los demás. Importante también el trato que hace de la vida matrimonial, de los altibajos que esta sufre a pesar de empezar como en un cuento de hadas; es un discurso desgarrador y profundo, y sobre todo oscuro. Y cabe decir de manera escueta que Fincher coge otro género que en cierto momento te deja alucinando brutalmente: el gore. No digo más. Toca todos los géneros, y no por eso la película está desequilibrada, ni se tambalea; la unión de cada uno es tan simple y natural, que apenas se nota la transición de uno otro.
Respaldados por un reparto magnífico y excelente que da la base interpretativa a toda la película (la pareja policíaca de Patrick Fugit y Kim Dickens; Carrie Coon, que hace un papelón como la hermana de Nick; Neil Patrick Harris, capaz de hacer cualquier cosa, camaleónico, da gusto verlo aquí y donde sea; la sorpresa de ver Casey Wilson, una actriz prácticamente cómica; Tyler Perry, ingeniosísimo; y los cinco minutitos en los que vemos a Scoot McNairy), Ben Affleck y Rosamund Pike son los grandes protagonistas del thriller. Cabe decir que siempre he apreciado a Affleck más como director, productor y guionista que como actor en sí, desde siempre. Pero en Perdida, la parsimonia que le caracteriza, la poca expresividad que tiene y la monotonía con la que se muestra ante la cámara le va como anillo al dedo a su personaje (ojo: en versión original se le aprecia bastante más). Quizás Perdida suponga para Ben Affleck el comienzo de una bonita amistad con el arte de interpretar; eso me gustaría, de veras. Pero para mi, lo mejor mejor mejor mejorcísimo es Rosamund Pike. Bendito sea David Fincher por otorgarle a la británica por fin un papel protagonista, de tanto calibre, súmamente complejo y que la actriz ha sabido llevar con mucho desparpajo y naturalidad. Una belleza mortal.
Una dirección tan impecable como cualquiera de los anteriores trabajos de Fincher. Destacable (en cualquier de las películas del director) es el empeño que se le pone a la toma, al rodaje, a la fotografía, el hecho de que hasta que no está perfecto, no está bien. Perdida goza de una fotografía, de unos planos, de un color y de unos giros de cámaras magníficos, precisos. Es una película perversa, que desde el comienzo quiere que pienses lo peor. La película está en constante movimiento argumental, con unos giros que descolocan a cualquiera y que fascinan. Aun así, aunque hayas llegado al tramo final, al desenlace, hasta con este te quedarás pasmado. Sin duda, una de las mejores películas del año.
No lo olvides: Rosamund Pike y la plenitud de géneros a la que dota Fincher a la película.
Olvídalo: Quizás al llegar a la parte central de la película baja un pelín de ritmo, pero bah, no es nada grave.
Firmado: Cely.
Una crítica magnífica con la que comparto el 98%. Me gustó mucho y me parecería muy raro que Pike no acabará nominada a todo (aunque los premios no quieran decir nada).
Un saludo.
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