Quizá llegue un día en el que Hollywood nos sorprenda y deje atrás el pasado, su época dorada y nos traiga “carne fresca” pero de momento tenemos que conformarnos con el cajón de la nostalgia. Esa fuente de inspiración para nuevos proyectos basados en franquicias pasadas incluidas con algún rostro envejecido, pero aún familiar para conectar de alguna manera esa historia con la antigua.
Y luego podemos encontrar (como es poco habitual) algún proyecto ambicioso que nos sorprende, como es el caso de Cazafantasmas: Más allá de Jason Reitman, impulsando la narrativa y usando también elementos del pasado con la intención de crear algo fresco y novedoso. Y es que Reitman entiende del negocio familiar (su padre, Ivan, dirigió las dos primeras películas de Cazafantasmas), por lo que muchas de sus elecciones creativas funcionan.
Puede que aun así haya ciertos elementos de Cazafantasmas: Más allá que no encajen para muchos de los fanáticos y de pie a más de una conversación sobre la continuidad o no de la saga.
Cazafantasmas: Más allá sigue la tendencia actual de secuelas que conectan con películas más antiguas continuando así la línea de tiempo, ignorando así la existencia de entradas menos populares en la misma serie. Después de lo visto en Hollywood con otras sagas, parece haber impulsado la decisión de Reitman de ramificarse directamente de la cinta original de su padre y su secuela de 1989, dejando el reinicio de Paul Feig en 2016 sepultada bajo el hollín del Ecto-1 en un granero olvidado.
Y es que la historia de Cazafantasmas: Más allá está impulsada por la existencia de los cuatro miembros originales del equipo y de los sucesos ocurridos en Nueva York en las dos películas originales, tal y como recuerdan en algunos momentos de la historia a sus personajes. Después de un breve y apresurado prólogo que nos traslada a nuestra nueva ubicación y nos insinúa el mal de esta película, con lo que el guionista Gil Kenan nos conduce así en la trama hasta conectar con Callie (Carrie Coon), una madre soltera con problemas financieros que se ve obligada a trasladarse junto a su sarcástico hijo Trevor (Finn Wolfhard) y a su inteligente e incomprendida hija Phoebe (McKenna Grace) a una ruinosa granja familiar en medio de Oklahoma.
Por el momento poco sabemos sobre el anciano solitario y huraño que habitaba en la casa. Los residentes del pueblo dan poca información al respecto mientras avanza la historia, y Callie no habla mucho de él ya que su padre la dejó cuando era muy joven. Pero a medida que Phoebe explora la granja como su nuevo pueblo, junto a su nuevo compañero de laboratorio; Podcast (Logan Kim) y un curioso profesor de ciencias/sismólogo (Paul Rudd) comenzarán a conectar algunos sucesos ocurridos recientemente en Oklahoma y los eventos históricos de la ciudad de Nueva York en el pasado.
Y es que Cazafantasmas: Más allá se centra casi exclusivamente en estos nuevos personajes y de cómo llegan a interactuar y conectar con algunos de los elementos clásicos de la franquicia. No veremos el Ecto-1 corriendo por las calles de Manhattan pero en cambio, es Trevor quien se lo encuentra oxidándose debajo de una lona en el granero, el cual le dedicara su tiempo en ponerlo a punto, y nos regala un momento casi mágico, nostálgico más bien al conseguir arrancarlo (con una ayudita) y atravesar un campo de maíz y hace sonar su sirena tan característica. Y es el personaje de Paul Rudd quien reconoce una trampa de fantasma antigua que Phoebe se lleva a clase sin saber lo que es, también veremos a Phoebe reparando y disparando una mochila de protones. Es entrañable volver a ver estos accesorios en acción de forma tan diferente.
Cabe destacar que la joven McKenna Grace ofrece una actuación destacada siendo esta la de mayor protagonismo de este nuevo grupo. Y mientras va descubriendo este nuevo mundo ante sus inocentes ojos, descubriendo que toda la atmósfera única de los Cazafantasmas se canaliza a través de ella gracias a sus gestos, sentido del humor calculado y actitud más inteligente que la mayoría. Con lo que Grace nos da una visión de Phoebe más confiada y divertida, obstinada y práctica.
Tal vez uno de los secretos peor guardados de la película es que los miembros originales del reparto; Dan Aykroyd, Bill Murray, Ernie Hudson y Sigourney Weaver regresan y con sus papeles originales. Pero tal vez, no lleguen a tener una nota triunfal ya que su contribución a la trama principal no es tan significativa como era de esperar o al menos para un servidor.
Sin duda alguna Harold Ramis como Egon Spengler y como guionista, fue sin duda una pieza clave como colaborador y una poderosa voz en la franquicia de Cazafantasmas y esta película honra muy emotivamente su legado.
El trasfondo de la película se centra en como un hijo intenta estar a la altura del padre, sobre todo conociendo el legado profesional de su padre. En la pantalla, la película alcanza una nueva cota cuando profundiza en los elementos emocionales de la familia distanciada de Egon: cómo lidiaron con su ausencia y cómo van juntándose las piezas a medida que van conociendo verdades importantes sobre él.
En realidad, hay suficiente historia en la película para continuar con el legado de los Cazafantasmas sin devolver a los miembros del equipo original, por extraño que parezca.